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Era demasiado tarde para estar en las calles pero se habían retrasado por no medir el tiempo. Donde ellos vivían no era precisamente el lugar más seguro de toda la ciudad, de hecho era bastante pobre y lleno de delincuentes, tanto era el riesgo que había toque de queda para mantener de alguna forma a los habitantes seguros, si te mantenías en las calles después de ello corrías bajo tu propio riesgo.

Caminaban un poco apresurados de la mano, el pelinegro observando a todos lados, alerta de cualquiera que se viese extraño, mientras que el rubio iba feliz tarareando una canción mientras, igual que su acompañante, miraba a todos lados a diferencia que él miraba los edificios, preguntandose qué estarían haciendo las personas que viven en todos esos hogares.

El pelinegro casi da un suspiro de alivio al ver su complejo de apartamento sin embargo el alivio quedó en segundo plano cuando observó a unos hombres sentados en las gradas de este, se notaban pasados de botellas y quizás pasados de algo más. Maldijo por lo bajo mientras buscaba una solución a su problema, mientras creaba una plan maestro en su cabeza sintió como su mano quedaba helada al ya no tener su fuente de calor a su lado, rápidamente levantó la mirada y alarmado observó cómo su novio se acercaba a ellos sin un atizbo de terror o alarma.

— ¡Minnie! —susurró medio gritando para que sólo el rubio lo escuchase.

—este se volteo un poco sorprendido y observó al pelinegro— ¿Qué pasa?

— ¿A dónde vas? ¿Qué estás haciendo? —seguía susurrando.

— Llendo a casa, ¿no vamos a casa Yoonie?

— Ven para acá —dijo apuntando con su dedo su costado.

—el rubio ladeó su cabeza confundido, pero siguió la orden de su mayor y fue directo a su lado de nuevo— ¿Qué ocurre?, ya quiero estar en casa.

— ¿Qué crees que estabas haciendo? —lo regañó con un tono no tan severo.

— ¿Caminando a casa?, creí que eso había quedado claro.

— ¿Qué..? No, Jimin me refiero a...olvidalo, vamos —tomó la mano del rubio jalándolo al lado contrario de su hogar.

— ¿A dónde vamos?, quiero ir a casa.

— Lo sé Minnie, pero de momento no podemos ir a casa amor.

— ¿Y por qué no?

El pelinegro tenía paciencia, en serio que la tenía y mas si de Jimin se trataba, él sabía que la inocencia de su chico era bastante como para comprender que tan seria era la situación pero en ese momento la paciencia se le estaba acabando y tampoco quería gritarle al rubio, no era su culpa, así que decidió respirar hondo y exalar toda la frustración que estaba sintiendo. Al parecer el rubio se dió cuenta de el estado del pelinegro, así que decidió no preguntar más, él podía ser inocente en muchos aspectos pero no era un niño ni un tonto, él podía comprender lo que sucedía, solamente no le encontraba sentido huir. Él nunca le encontró el sentido a huir de las cosas.

Dejó que el pelinegro lo jalase a donde sea que se le hubiese ocurrido en su estresada mente aunque después de un tiempo caminando casi en círculos, Jimin se dió cuenta que en realidad no iban a ningún lado y el mayor solo caminaba sin pensar en nada, así que él tomo el mando del rumbo avanzando mas adelante para ir a la cabeza de su caminata y él comenzó a jalar al otro quien relamente no dijo nada, solo se dejó ir.

Después de un tiempo sintió como el rubio paró su andar lo cual provocó que él tambien lo hiciera, levanto su vista que la mantuvo agachada todo el tiempo y sus ojos brillaron junto con la vista.

— ¿Dónde estamos? —preguntó susurrando, mientras observaba el panorama.

— En una montaña —dijo sonriente, sin soltar la mano que traía presa— Yo venía aquí cuando era pequeño. ¿Recuerdas que te conté que mis padres me castigaban seguido por salir a escondidas de casa?

— Si.

— Venía aquí...lo encontré escapando de ellos y volvía todos los días sin importar los castigos que mis padres me pusieran. —sonrió con melancolía— No creí volver a ver este lugar, pero al parecer esta más cerca de lo que creía. — se acercó a la orilla de el precipicio y se sentó en esta— Ven, descansa un poco —extendió su mano, que había soltado para sentarse, hacia el pelinegro nuevamente.

Este no dudo un segundo en acercarse y volver a tomar la pequeña mano de su novio mientras se sentaba a su lado y observaba el paisaje. Era una bella vista de toda la ciudad, estando a oscuras se miraban las luces de todos los lugares activos, parecía como si el cielo hubiese bajado a la tierra y las estrellas se hubiesen juntado.

— Yoonie, ¿sabes qué son las estrellas?

El pelinegro lo meditó un rato, no estaba seguro si el rubio lo preguntaba de manera científica o creativa así que decidió sólo elevar sus hombros dando a entender que no sabía. El rubio sonrió, pero su sonrisa tenía algo diferente, estaba más brillante que nunca.

— Las estrellas son deseos o promesas que no se cumplieron. Están ahí, aguardando su momento para cumplir su misión, por eso son tan brillantes, porque están llenas de esperanza —Jimin guardo silencio por un segundo, para luego susurrar algo que el pelinegro no logró entender— Ahí se encuentran mis estrellas, llenando el mar negro.

El chico con tatuajes decidió no preguntar qué había dicho, ya que lo dijo de una manera tan suave que parecía un soplido con el viento llevandoselo consigo.

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Escrito el 15 de abril de 2019935 palabras

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Escrito el 15 de abril de 2019
935 palabras

Sábanas [Myg & Pjm]Where stories live. Discover now