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Angus Young
Love at First Feel

Si pudiéramos recordar los nombres de aquellas personas que al conocerlas una sola vez nos hacen sentir algo mágico en una loca noche, sería majestuoso, ya que podríamos volverlos a ver para quizá repetirlo

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Si pudiéramos recordar los nombres de aquellas personas que al conocerlas una sola vez nos hacen sentir algo mágico en una loca noche, sería majestuoso, ya que podríamos volverlos a ver para quizá repetirlo. Sin embargo, al no recordarlo muchos aún se quedan con las ganas de encontrar a aquella persona y quizá intentar algo más que una simple noche de intimidad.

Era bajito, de cabellos ondulados castaños, ojos claros, labios carnosos color rosado y añadiendo que era australiano, aquel muchacho tomaba con sus amigos fuera de un bar completamente lleno.

—¿Qué pasó? —sonrió— ¿no nos vas a contar? —preguntó el muchacho.

—Solo fuimos a mi departamento y lo hicimos —respondió entre risas un señor.

El grupo de hombres que se encontraba con los dos sujetos, empezaron a celebrar la "hazaña" de su amigo.

—¿Y tú para cuando Angus? —le preguntó el señor.

—Mis cosas me las guardo para mí solo —sonrió al darle un sorbo a su bebida.

Los otros hombres lo abuchearon de manera burlona y continuaron, entre risas, tomando su licor.

En la misma recta de la calle, con el mapa en las manos, no podías ubicarte en las calles australianas y al ver en la otra cuadra una cantidad de gente aparentemente grande, decidiste ir en busca de ayuda.

Con las sandalias corriste al cruzar la pista y segura de ti misma empezaste a entrar hacia la multitud que bailaba, se besaba, drogaba o tomaba. Sentías nervios y miedo, lo cual era comprensible, eras una turista que se ubicaba en altas horas de la noche de un viernes. Intentaste sin éxito hablar con algunas personas y mirando a tu alrededor, doblaste el mapa y lo guardaste en el bolsillo de tu short. No sabías que más hacer.

—¿Te encuentras bien? —preguntó un hombre a tus espaldas.

Asustada, giraste y te encontraste con un moreno de cabellos cortos.

—La verdad que no —respondiste—. Me preguntaba si podías ayudarme en encontrar la dirección de este hotel —mencionaste al volver a sacar el mapa, pero notaste como el hombre se pegaba más a ti.

Alzaste la mirada y te percataste como él fingía mostrar interés en querer ver el mapa, cuando en realidad quería pegar su cuerpo hacia el tuyo. A dos metros de distancia, el mismo sujeto de cabellos ondulados que tomaba junto a sus amigos, estaba presenciando el acto.

—Oye, creo que no deberías de hacer eso —dijiste incomoda al sentir una mano del hombre sobre tu brazo—. ¡Hey! —gritaste.

Los amigos que tomaban fuera del bar, también vieron lo que sucedía y entre risas apostaban a que el hombre de tez morena terminaría llevándote a la cama.

Imaginas «classic rock»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora