Capítulo 19: Vínculos

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–Nunca debí llevarte allí –replicó Severus– No debería haberte expuesto a una situación así.

–Querías ver a tu hermana –le recordó Harry– No te culpo. Vale la pena conocerla. Me gustó.

Severus sonrió amargamente:

–Lástima del resto de ellos –capturó la mirada de Harry con la suya. El chico había visto muchas emociones distintas en el rostro de Severus a lo largo de los años, sobre todo negativas, como rabia e irritación. Nunca hubiese creído que un día vería allí gratitud; le hacía sentir extrañamente humilde– Gracias por tus palabras de esta noche –dijo el hombre en voz baja, y Harry supo que se refería a su defensa durante la cena. Harry se sonrojó, incómodo, con emociones indefinibles constriñendo su garganta.

–Mira, te conozco y nunca nos hemos llevado demasiado bien –empezó Harry– nada bien, de hecho –se corrigió– En gran parte porque... bien, nunca has sido demasiado agradable –Severus resopló divertido ante esto, y Harry se sorprendió sonriendo– Pero pese a todo, soy consciente de lo que has hecho por mí. Me has salvado la vida muchas veces. Y sé los riesgos que corrido espiando a Voldemort. Siempre te he respetado por ello, aunque no lo haya dicho –Harry volvió a sonrojarse, sintiéndose vulnerable bajo la intensa mirada de Severus– Y sé que podrías haberte negado a todo esto del matrimonio –continuó– Y pese a todo, has sido correcto conmigo, y no lo esperaba.

– ¿Debido a quién soy? –preguntó Severus, más curioso que otra cosa.

–Sí –admitió Harry, y soportó la sonrisa burlona de Severus ante el desmayado desaire– Pero también porque... supongo... una parte de mí nunca ha esperado que nadie se portase de forma correcta conmigo –sabía que estaba admitiendo más de lo que pretendía con esta declaración, y le pareció extraño que, de todas las personas que conocía y con las que compartía su vida, fuese Severus Snape al que más se había abierto.

–Conozco la sensación –repuso Severus, tan suavemente que Harry apenas le oyó. Esto era lo último que hubiese esperado, que Severus admitiese voluntariamente algo así, que le mostrase una faceta vulnerable. La tensión era casi insoportable, probablemente para ambos. Se levantó de golpe, yendo junto al fuego.

–Oh, Dios, no me digas que estamos teniendo un momento íntimo –bromeó Harry débilmente– Llama a los periódicos. Harry Potter y Severus Snape tienen algo en común.

– ¡Merlín no lo permita! –respondió Severus con una risa nerviosa. El silencio se alargó entre ellos. Harry miró al fuego, notando la poción de Severus calmando sus nervios, que sospechaba que estarían completamente erizados en caso contrario– ¿Estás seguro de que estás bien? –preguntó Severus al cabo de un rato, y Harry supo a qué se refería.

–Sí –le aseguró– Estoy bien –sonrió algo secamente al hombre– Aunque debo admitir que ahora comprendo por qué la bruja le dio a Blancanieves esa manzana envenenada.

Severus río abiertamente al oírle, recostándose en su silla.

–Dioses, ¿no es esa la historia más ridícula jamás contada?

–Bastante, sí –asintió Harry. Estudió el rostro de Severus. Nunca sería comparable a la belleza del de Julius, pero no había nada malo en sus rasgos. Y Harry realmente apreciaba lo que se había hecho en el pelo. Hacía ya rato que éste se había soltado de la cinta que lo sujetaba lejos del rostro y colgaba libremente en torno a él, suave y algo salvaje. Cuando el hombre reía, casi parecía otra persona– ¿Realmente quemarías el laberinto? –preguntó. Los ojos de Severus mostraron una expresión más dura.

–Sí –enunció categóricamente– No puedo evitar pensar en otras personas a las que Julius haya podido tratar así. Parece pensar que su bella apariencia excusa su comportamiento. Y el resto de mis hermanos son igualmente culpables: sabían lo que Julius hacía. No puedo dejar eso sin castigo tampoco.

La Piedra del MatrimonioWhere stories live. Discover now