38. NUESTRO FUTURO

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Después de aquella noche, Marinette regresó a su casa para dejar que Adrien preparara su equipaje. El vuelo salía a media tarde y no tenía tiempo que perder.

Tras darle la noticia a su progenitor, se puso manos a la obra; escogiendo la ropa y varias pertenencias que se llevaría consigo en aquel viaje. Lo que detestaba más de todo eso, no era el hecho de tener que convivir con esa mujer que perjuraba que había cambiado y que tenía enamorado a su padre, sino tener que distanciarse de esa chica que había traído luz a sus amargos días de penumbra.

Temía que la distancia terminara con su relación. En un año podían pasar muchas cosas, por más que se mantuvieran en contacto y lograran cuadrar agendas para verse, los imprevistos ahí estaban.

Él era fuerte, al menos eso intentaba aparentar, pero sabía que si perdía a Marinette, de seguro ese sería un bache que no lograría superar. No después de conocer lo que era el amor y vivirlo con ella.

Sumergido en sus pensamientos, terminó de hacer sus maletas, después sentándose en el lecho en un estado reflexivo y la vista puesta en el techo. Se dejó envolver por el silencio, apenas percatándose de la incursión de su progenitor en el cuarto.

- ¿Lo tienes todo listo?- preguntó Gabriel desde el marco de la puerta.

El adolescente viró el rostro en su dirección, apoyando los codos sobre sus rodillas en un gesto cansado.

- Más o menos.- contestó alicaído.

El mayor frunció los labios, acercándose con pasos firmes donde se hallaba su vástago para tomar asiento a su lado y mirarlo de refilón con una expresión calmada.

- Siento tener que pedirte tanto, hijo.- murmuró el de lentes con una sonrisa apenada-. Sé que esto es difícil para ti, pero haré lo que pueda para que no te resulte tan duro.

- Podrías renunciar a Emilie y así no tendría por qué marcharme.- rebatió en un tono sardónico, sonriendo sin ganas al divisar la negativa que reflejaban los ojos de su progenitor-. Lo sé; mal chiste.

- Adrien...- colocó una mano sobre uno de sus hombros, observándolo de frente-. ... Sé que separarte de tu chica no te hace gracia y, como te dije, haré lo que esté en mi mano para que os podáis ir viendo si así te sientes mejor.

- Yo quiero estar con ella para siempre.- expresó sin pensarlo, bajando la mirada a sus manos-. Solo así estaré bien... Sabiendo que no la perderé.

El empresario contempló con ligero asombro a su primogénito, después dirigiendo su foco de atención a la ventana que adornaba la estancia.

- Eso es algo que el tiempo dirá.- comentó en un tono rectado, soltando un largo suspiro-. Si estáis hechos el uno para el otro, sabréis anteponeros a los obstáculos que se interpongan en vuestro camino.

- Le pediré que se case conmigo.- intervino sin pensar siquiera.

Aquellas palabras causaron gran impresión en el hombre de cabellos canosos, quien estudió incrédulo a su hijo.

- ¿Casarte?- inquirió anonadado-. Adrien, solo tienes dieciocho años... Eres muy joven para eso.

- ¿Esa es tu excusa?- replicó con intransigencia, clavando sus iris en los del mayor-. Sé que no voy a querer a otra chica como la quiero a ella, así que... ¿Por qué no?- insistió con cabezonería-. ¿Tú eres el que se niega a renunciar al amor de tu vida, aún y sabiendo lo que hizo, y yo soy demasiado joven para proponerle matrimonio al mío?

Esa alusión arrebató a su mentor una sincera carcajada, levantándose de la cama en una postura relajada.

- Supongo que llevas razón.- posó sus grises en los verdes de su descendiente con apacibilidad-. Si es lo que quieres y te hace feliz... Adelante con ello.

||+18|| ▪TURN ME ON ▪                  ➤ ADRINETTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora