25. RENCOR

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Tan pronto como Adrien llegó al apartamento, entró en el recibidor haciendo el menor ruido posible, encontrándose las luces apagadas y un silencio mortuorio inundando las paredes de su hogar.

Daba la impresión de que su padre aún no había llegado a casa, por lo que él continuó a un paso relajado hacia su habitación hasta que la luz de la sala de estar se encendió de golpe y lo detuvo en seco; ladeándose y divisando el semblante circunspecto de su progenitor, el cual se hallaba sentado en el sofá de la estancia en compañía de su ex-mujer.

- Vaya, y yo que creía que iba a dormir en paz...

- ¿Dónde has estado?- exigió saber el empresario en un tono cortante.

- Tenía una cita.- murmuró encogiéndose de hombros.

- Tenías un compromiso.- corrigió elevando el tono-. Me dijiste que vendrías.

- Sí, bueno...- mencionó con voz indiferente y una risa sarcástica-. ... Supongo que mentí.

Gabriel se incorporó con brusquedad, con los puños apretados y la mandíbula tensa al encarar a su vástago. Destilando contrariedad.

- ¿Te parece gracioso?- espetó al acercarse a él-. Estuvimos esperándote durante más de una hora.

- ¿Lo siento?- se mofó con falso pesar.

El mayor alzó la mano, dispuesto a encestarle una bofetada al insolente de orbes esmeraldas. Sin embargo, no llegó a hacerlo, notando como tiraban de su brazo y lo frenaban en el acto, virando el rostro y afrontando la expresión acongojada de Emilie.

- Déjalo, Gabriel.- imploró la fémina con voz quebradiza.

- Pero...- ella negó, adhiriendo sus verdes a los de su hijo.

El muchacho restó patidifuso, quedándose desprovisto de argumentos al caer en esa mirada benévola que su mentora le regalaba y que más rabia le producía.

- No pienses que vaya a darte las gracias.- masculló impetuoso el pubescente.

Sin ganas de seguir siendo partícipe de ese lastimoso panorama, el chico reanudó su marcha hacia su cuarto, sin dar más de dos zancadas que su progenitor se giró para dirigirse a él en un tono redundante.

- Adrien.- nombró con el pulso menguando, provocando que el susodicho se frenara en medio del corredor-. Como ya sabes, tu madre y yo vamos a volver a casarnos...

- Y como bien sabes, a mí me importa una mierda.- rebatió sin voltearse siquiera.

Ninguno de los presentes intervino en los siguientes segundos, contaminando más el ambiente con esa tensión que se había propagado en la atmósfera.

- Esta boda se va a celebrar, te guste o no.- advirtió el hombre de lentes-. Y si no eres capaz de aceptarlo...

El retintín que usó al referirse a su persona, hizo que el menor se crispara, asomándose por encima de su propio hombro para mirar por el rabillo del ojo al diseñador.

- Y si no lo acepto... ¿Qué?- animó a seguir, girándose con las manos en los bolsillos del pantalón-. ¿Qué harás, padre?

El aludido meditó para sus adentros concienzudamente, frunciendo los labios en una fina línea al afrontar al rebelde de mechones dorados.

- Si no eres capaz de aceptarlo...- se dio un tiempo antes de proseguir, tomando aire en profundidad-. ... Tendrás que irte de casa.

Adrien parpadeó, mostrándose escéptico frente al veredicto de su mentor; con sus facciones decayendo con desagrado al ver como él continuaba en su semblante severo y mismamente dolido.

||+18|| ▪TURN ME ON ▪                  ➤ ADRINETTEWhere stories live. Discover now