—¿Cómo les dices eso? ¿Y si no eran pareja?

—Entonces, quizás ahora sí se dan cuenta que se quieren. —respondo divertida mientras seguimos nuestra ruta y luego saludo a otro par que se acerca caminando en sentido contrario al nuestro—. ¡¡Él es mi novio!! —les grito cuando están más cerca y Alex se torna aún más rojo. Soy mala, lo sé. Me encanta molestarlo. Lo tomo de las manos y comienzo a hacer un mini baile, mientras avanzamos hacia el semáforo. Vemos que esta vez se acerca una familia.

—¿A ellos también se los anunciarás?

—¡Claro que síii! —respondo a punto de saludarlos, pero antes de poder llamar su atención, Alex me atrae hacia él y me besa, provocando que mil mariposas recorran desde la punta de mis pies hasta mi coronilla. Me quedo paralizada de la impresión.

—Te amo, Soli —me susurra tan rojo como yo y me emociono porque es primera vez que me apoda así—. Pero a veces no es necesario gritarlo —agrega y vuelve a besarme. La familia pasa a nuestro lado, y para mi sorpresa Alex no se separa de mí, aunque sé que por dentro se está muriendo de vergüenza.

—¡Lo hiciste para que me callara! —reprocho una vez que se alejan y él sonríe—. Pero creo que puedo perdonarte. —le sonrío de vuelta y decido dejarlo en paz (aunque sea solo por un rato).

Decidimos pasar al minimarket a adquirir provisiones para nuestra maratón. Compramos bebidas, snacks, Alex agrega unos chocolates y esta vez yo me ofrezco a pagar por unas papas fritas premium que ambos amamos y que solo compramos para celebrar ocasiones especiales como esta: nuestro primer fin de semana juntos y el inicio de nuestra relación.

Mientras hacemos la fila para pagar, entra a la tienda a un grupo conformado por una chica y dos chicos bastante guapos y que visten el uniforme de otro colegio. Hablan fuerte y parecen discutir de manera amistosa... o quizás no tanto. Entre ellos, destaca un chico muy alto, rubio y con los ojos de ensueño que nos saluda sonriente con la mano. Aunque jamás lo he visto en mi vida, de alguna forma me resulta familiar.

Le devuelvo el saludo extrañada, pero a la vez fascinada de no ser la única loca que saluda a extraños. Quizás él se siente tan feliz como yo.

Alex carraspea, devolviéndome a la realidad. Cuando me giro hacia él me doy cuenta que me mira con el ceño fruncido.

—¿Desde cuándo te gustan los rubios? —me pregunta intentando parecer enojado, pero noto cómo su boca lucha contra esbozar una sonrisa.

—Cierto, nunca me han gustado —le respondo—. Pero no puedes negar que ese chico está para comérselo —añado y Alex se detiene, mirándome confuso y quizás un poco ofendido—. ¡Es broma Alex! Además ¿no te das cuenta que ambos parecen estar interesados en esa niña?

Volteamos a mirarlos de reojo. El rubio parece querer provocar al pelirrojo frente a la chica. Sin duda, la forma en que los tres interactúan los hace parecer muy sumidos en un triángulo amoroso. Nos divertimos viendo las reacciones del afectado, cuando de pronto el rubio se da cuenta de que los espiamos y nos guiña un ojo. Podría jurar que su gesto iba dirigido exclusivamente hacia Alex.

—Hmmm, parece que la que debería ponerse celosa aquí soy yo —bromeo y Alex casi se atora de la impresión.

—Los rubios no son mi tipo. —refunfuña—. Está mejor el pelirrojo. —agrega intentando parecer serio y lo miro con sorpresa ante su broma. Luego de unos segundos, resopla no pudiendo aguantar la risa y exploto en una carcajada junto a él.

—De todas formas, estoy seguro que ese chico alto te estaba coqueteando a ti. —me dice, retomando el tema, una vez que pagamos nuestra compra y salimos del local.

No me conoces, pero soy tu mejor amigo ¡En librerías!Where stories live. Discover now