23. Trinidad (primera parte)

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—¿Qué posibilidades hay de que Trinidad nos invite a su cumpleaños este año? —les pregunté a Amelia y Joto, justo antes de que se iniciaran las clases. Ya era martes y no me quedaba mucho tiempo.

Don Aurelio, nuestro profesor de historia, llegaba atrasado como siempre y nos solicitaba muy calmado que tomáramos asiento. Un dulce abuelito, que también por ser medio sordo y corto de vista, hacía que conversar durante sus lecciones no significara riesgo alguno.

—¿Preguntas en serio? ¿Tú quieres ir al Tri? —dijo Joto asombrado, ahora en voz más baja.

De tan solo pensar en repetir una experiencia similar a la del sábado pasado, pero tres mil veces más intensa, se me revolvía el estómago. No, definitivamente no moría de ganas por ir, sobre todo luego de haber comprobado todo lo que el alcohol me había hecho experimentar, pero era lo único que se me ocurría para proteger a Solae de lo que fuese que Anton estuviese planeando. Tendría que ser más cuidadoso esta vez.

Don Aurelio subió la voz para indicarnos que pusiéramos especial atención a lo que nos relataría a continuación. Empecé a tomar apuntes en forma automática, mientras veíamos como comenzaba a dibujar unos esquemas tiritones en la pizarra, de unos animales muy extraños.

—Podríamos intentar colarnos. Siempre he querido ir. —propuso Joto, pero entrar por la mala no era algo que yo estuviera muy dispuesto a hacer. Ni siquiera sabía si era factible.

—No es posible. —confirmó Amelia—. He visto las invitaciones y están seriadas con un código que te solicitan al ingreso. La seguridad de ese lugar se toma muy en serio y cada año es aún más estricta. Si no apareces en la lista y además no llevas la invitación contigo, incluso son capaces de echarte con la policía.

Volví mi atención a la pizarra y seguí escribiendo por inercia lo que iba dictando el viejo Aurelio, pensando en que la única opción que me quedaba era hablar directo con Trinidad.

A pesar de ser una de las mejores amigas de Solae, nunca traté mucho con ella. Tampoco era que nos lleváramos mal; era solo que nunca habíamos tenido algún tema en común que no fuese Solae, y ahora ni siquiera estaba eso. No tenía muy claro cómo debía abordarla.

—Entonces se lo pediré a Trinidad. ¿Tienen su contacto? —les pregunté, luego de darme cuenta que yo no lo tenía, pero ambos negaron con la cabeza, sorprendidos por mi determinación.

Volteé hacia el puesto de Trinidad a ver si se me ocurría algo. Ella, que tampoco le prestaba mucha atención a la clase, notó mi mirada clavada en ella y no fui lo suficientemente rápido ni elegante para disimular. Me giré con brusquedad.

Con la vista fija en la pizarra, sentí vibrar mi celular y lo saqué lo más escondido que pude. La notificación en la pantalla indicaba que Joto me había mandado una foto. Lo miré con recelo, antes de atreverme a revisarla.

"No es lo que estás pensando ¬_¬" —me escribió, junto con una cara de molestia, para aclararme que era seguro verla. Y es que con Joto sí era necesaria esa aclaración.

Sacar el celular en clases era otro riesgo adicional. Si me sorprendían, podrían quitármelo por más de un día sin derecho a reclamo. Sin embargo, la curiosidad era más poderosa y don Aurelio no era particularmente una amenaza.

"Amelia tiene una teoría que puede serte útil" —escribió, agregándola a la conversación.

La fotografía mostraba a Trinidad convidándole helado a Anton en la boca. Era una foto bastante inocente del día en que almorzamos juntos bajo el árbol y en que Trinidad se fue a solas un rato con él. A continuación recibí otro par más de imágenes que los incluían a ellos dos, igual de inofensivas. Los miré hacia atrás esperando que se explicaran.

"Puede que Trini le tenga ganas a Anton. Solo mírale la cara." —escribió Amelia, acompañando el mensaje con un emoticono sonrojado. Hasta para chatear se ponía nerviosa.

"Pero Trinidad es la mejor amiga de Solae" —puse, aunque de inmediato me di cuenta que eso no significaba mucho. Trinidad tampoco se veía como la chica más fiel a sus amigas.

"Pero también es una chica." —añadió Joto.

"Y Anton está muy bueno." —agregó Amelia y ambos nos volteamos a mirarla, provocando nuevamente que se sonrojara.

"Confía en mí, Alex." —escribió Amelia enterrando la cara en su celular—. "No lo digo solo por las fotos."

«¿Trinidad interesada en Anton?» A pesar de su popularidad y el nivel de fiestas que organizaba, Trinidad no tenía novio conocido, y por alguna razón yo tenía la ligera sospecha de que le atraían más las chicas que los chicos. Al menos con Solae era de acercarse y tocarla demasiado, incluso para ser su amiga. Pero también podían ser ideas mías. Era cierto que parecía emanar un aire promiscuo de chica que sabía cómo pasarlo bien, pero quizás era solo lo que ella quería aparentar.

—¡Ustedes allá atrás! —nos apuntó don Aurelio, con una voz que no parecía ya la de un abuelo indefenso. Los tres nos cuadramos en shock—. Primera y última advertencia. —vociferó severo, para luego retomar la clase con su pasividad característica.

Guardé mi celular y fingiendo ponerle atención al resto de la lección, me quedé pensando en si era verdad que Trinidad sentía algo por Anton, aunque no sabía si esta nueva información me serviría de algo para conseguir que me invitara a su cumpleaños.


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