• CAPÍTULO 62 •

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Sortilegios Weasley abriría pronto y hoy, junto a los chicos, irían a ayudar a implementar la mercancía y después ella se quedaría a ayudarle a montar algunos muebles del departamento. A pesar de que Molly rabió, no fue impedimento para que los gemelos decidieran que era momento de irse de casa para tener una soñada independencia comiendo macarrones y lavando ropa una vez cada tres semanas.

—Bien , espero que no te hayan despertado los gritos de mi madre.

—No, pero quizás si fueras un poco más maduro, ella no se sentiría tan preocupada por tu futuro dentro de la escuela— respondió mientras se servía café.

—¡Ella no está preocupada por eso!

—Sí, como digas— respondió ella sin volver a mirarle, todavía se sentía resentida por haber oído la forma en que hablaban de Draco.

Y sí, él no era ningún santo, pero tampoco era como para desear que estuviera en Azkaban. Además no estaba en su casa, no quería que Molly volviera a gritar, esta vez con ella como blanco.

—Querida, buenos días— saludó la bruja —, perdón por el alboroto.

—No se preocupe, señora Weasley. Su preocupación es real, quizás Ron no debería ir a Hogwarts este año.

—¡Concuerdo con eso, debería desgnomizar el jardín todo el año!— comentó Fred cuando ingresó a la cocina—¡Madre, cómo estás!

—¡Tú no vengas a hacerte el gracioso conmigo!

—¡Ya, supéralo porfavor!

—No entiendo porqué hay tanto apuro en dejar su casa, ustedes aún no tiene idea de cómo es la vida lejos de los padres.

Sin duda alguna, la pelirroja se hallaba dolida por la pronta partida de los muchachos. Esperaba que antes de que eso sucediera, estuvieran casados, tuvieran un empleo formal y fueran sin duda un poco más mayores. Molly siempre fue una mujer territorial, por lo que tener lejos ya a muchos hijos no era lo más cómodo para ella.

—Madre, el futuro es hoy. Debes entenderlo.

—Ya van a volver rogando por mi comida, ya verás cómo te arrastras por un poco del amor de tu madre.

Fred se acomodó en la mesa junto a Nina y acarició su mejilla en una cómplice caricia. Cuando observaba sus ojos no existía nadie más, ni Hermione quien los veía con ganas de que fuera ella y Ronald, ni este que protestaba con su madre, o está última que despotricaba en contra de sus insensatos hijos.

—¿Cómo has dormido, no crees que estás un poco demasiado guapa para acomodar cajas?

—Mis pantalones están sucios, además en mi defensa, mi ropa no hará la diferencia, puedo acomodar las cosas con una varita—sonrió la chica—, te lo recuerdo.

—Pero aún no puedes usar magia fuera de la escuela— la observó entrecerrando los ojos.

—No, pero tú sí— mencionó dándole un beso en la mejilla—, quizás puedas prestarme la tuya y todo sería más fácil, o pues tendré que clasificar nada más.

—¿Siempre eres así de hábil?

—Pues sí.

—Termina pronto ese desayuno, necesito besarte pues cada vez tus instintos de serpiente me asombran más.

Juramento Inquebrantable [Fred Weasley]Where stories live. Discover now