Parte 1: Cuando un corazón muere

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Podía escucharlo, era tan suave pero fuerte a la vez, era lo que movía mi mundo, no importa donde estaba, podía encontrarlo, era tan hermoso, su latido era hermoso y un día...un día solo desapareció.

No podía dejar de mirarla, era simplemente perfecta, acaricio sus cabellos obscuros y sintió como se removió ligeramente en sus brazos, siete horas de nacida y ya se había vuelto su mundo entero, iría a cualquier parte en la galaxia para protegerla, nada ni nadie la lastimaría nunca.

Levanto la vista para observar a su esposa dormida, sin duda alguna su hija se parecía a ella y eso la hacía aún más perfecta; con delicadeza deslizo un pequeño gorro rojo con el símbolo de la casa de El cortesía de su primo quien no había dudado en volar desde Metrópolis para conocer a la pequeña. Había recibido tantas visitas y regalos en tan pocas horas que ahora estaba feliz de poder pasar tiempo a solas con ella.

Lara Danvers Luthor, la heredera de dos mundos, su nacimiento era algo histórico que se pudo lograr gracias a la tecnología de la DEO y un poco de información que logro recolectar de la Fortaleza, nueve meses tuvo que esperar para poder sostener a su pequeño milagro, amaba a su esposa tanto por darle algo que jamás pensó tener, no sabía que podía amarla más, pero con cada segundo que pasaba mirando a su hija el amor aumentaba más y más que pensaba podía estallar ahí mismo.

Tuvo que apagar su celular porque no dejaba de sonar debido a las cientos de notificaciones que recibía, todos querían conocer los detalles del nacimiento de la nueva heredera de una de las compañías más importantes del mundo y de toda una industria de medios, apostaba que en unas horas su nacimiento estaría en todas las portadas de revistas y periódicos de diversas ciudades, no le importaba, pasara lo que pasara sabía que Lena y ella podían resolverlo juntas, ahora tenía una familia propia y nada ni nadie podían arrebatársela.

—No ira a ningún lado— escucho decir a su esposa, levanto la vista y la observo despierta —su cuna está a medio metro de ti, no le pasara nada si la dejas ahí un momento para que duermas un poco, debes estar cansada—

Kara negó con la cabeza acunando a su hija más cerca —le gusta estar en mis brazos, intente ponerla en la cuna pero comenzó a inquietarse— dijo con un leve puchero.

—Esa pequeña te tiene sujeta a su dedo meñique— dijo divertida Lena.

Kara se levantó del sofá con la pequeña en sus brazos acercándose a la cama de su esposa —Es que es simplemente imposible no amarla— dijo entregándosela para que la alimentara, no sin antes besar su pequeña cabeza.

—Lo se amor, ella es nuestra—

Lo creía imposible, pero ver a su esposa alimentar a su hija provoco aún más amor dentro de Kara, su vida era simplemente perfecta.

16 años después.

Apenas cruzo la puerta reconoció el aroma a lasaña, una sonrisa se formó en su rostro cuando entro en la cocina y observo a su esposa sacando una bandeja del horno, camino hasta ella para ayudarla tomando la bandeja y colocándola en medio de la mesa.

—Huele delicioso, muero de hambre, no tienes ni idea del trabajo que hay en CatCo— dijo haciendo un puchero y recibiendo un beso de su esposa.

—te recuerdo que soy la dueña y se exactamente la cantidad de trabajo que hay, pero como la directora de CatCo sé que lo podrás resolverlo cariño—

Ambas sonrieron volviendo a besarse, Kara amaba esto, su casa, su esposa y su...

—Tía Alex tiene razón, ustedes provocan diabetes— dijo una voz haciendo que ambas se giraran.

Fragmentos de un corazón (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora