Sí, esa fue una descripción sarcástica. Porque obviamente no me había puesto atención a que era evidentemente un tatuaje.

—No lo creo —dije escéptico.

Sabía que el cadáver aún no era tratado, ya que todavía se encontraba en la plancha mortuoria. Cuando estaba listo, el cuerpo se llevaba al ataúd para evitar exposición innecesaria.

Repentinamente recordé algo importante del proceso que se llevaba en esa morgue. Solo mis padres podían aceptar las solicitudes de preparación y mi hermana solía encargarse de llevarlo a la sala. No podía estar en la plancha, si ese día no se iba a trabajar. Tenía que entrar al refrigerador.

Pero solo estábamos Janosh y yo esa noche en casa.

—Oye, Jan, ¿quién recibió el...?

Pero la risa de mi primo me exaltó.

—Observa esto —dijo ignorándome con sonrisa de sabandija y apuntando la frente del difunto con un plumón. A la V en SEVEN, le agregó dos rayas más.

—¿Semen? —leí, no creyéndome la estupidez de mi primo. ¿Era en serio?

Él explotó en risas, mientras yo soltaba un suspiro cansino. Pero ese momento fue silenciado cuando escuchamos un extraño gruñido proceder del cadáver.

Al principio creímos que era nuestra imaginación y ambos lo miramos fijamente. Pero, oh, no. Aquel cadáver comenzó a mover los ojos, aún cerrados, como si estuviera tratando de descubrir la manera en que se abrían. Pronto le siguieron movimientos faciales. Luego le temblaron los dedos. Su cuerpo entero se convulsionó. Por un momento, me dio la impresión de que era un epiléptico. Sin embargo, así como habían empezado, sus movimientos se detuvieron.

Mi primo y yo, como cervatillos deslumbrados por las luces de un carro, nos quedamos congelados mirando.

El asunto habría quedado en un extraño e inexplicable evento paranormal, si nada más hubiera sucedido. Sin embargo, no fue así.

Las piernas se me pusieron como gelatina. Esa es la única razón que puedo dar para mi resbalón cuando di un paso hacia atrás lleno de miedo al ver aquel cadáver abrir los ojos repentinamente. Dos cuencas negras se fijaron en el techo y comenzaron a moverse de un lado a otro, de manera frenética.

No grité, porque Janosh lo había hecho por mí. Aunque ganas no me faltaron. Al igual que yo, él trató huir tan solo para terminar rebotando con otras planchas, por ese día, vacías. El mentando zombie, dado que no puedo darle otro nombre a un muerto resucitado, se levantó. Sí, como en las películas de tipo B: tieso, como una tabla doblada a la fuerza, semejante a una marioneta sentada sin su titiritero.

La mesa hizo un ruido estrepitoso, un tipo de chirrido bajo aquel peso... muerto. Sus macabros ojos pasaron de mirar a mi primo en el suelo congelado a mirarme a mí, más cerca de él y sin poder moverme con aquellas piernas aguadas. Su mirada vacía de vida se detuvieron un instante, o tal vez menos, antes de resbalar de la plancha al suelo con un golpe seco y tan cerca de mi que contuve mi respiración y logre gatear como cangrejo alejandome de él un poco.

—Seeeeemeeen —dijo el zombie con voz cavernosa y horrenda, como una bocina en mal funcionamiento (¿Existe tal descripción?). Lo miré mientras retrocedía arrastrándome en el suelo con Janosh, también sentando en el suelo, tirando del cuello de la camisa para que me apresurara—. Viiiirgen —agregó, como si no fuera suficientemente raro lo que había dicho primero.

«¡No me jodas», fue lo primero que pensé.Porque no era cierto, ¿verdad? Esa cosa no podía estar tras de mí solo porque aún era virgen. ¡¿Y cómo demonios lo sabía?!

1era Antología All Hallow's Eveजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें