CAPÍTULO 37

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La besó una, dos, tres veces, hasta perder la cuenta, con la única intensión de sentirla, de que ella le correspondiera, de poder borrar ese sabor amargo de su boca, y el malestar en su pecho.

No le gustaba sentir la indiferencia de Narel, no le gustaba cuando ella estaba molesta, porque temía perderla, y con ella a su bebé.

—Quiero estar contigo —le dijo entre suaves besos, tomándola del rostro con ambas manos—. Tendré cuidado.

Pero la castaña negó con la cabeza, alejándolo de ella.

—Falta muy poco para que nazca el bebé, y no me siento cómoda, ni con ganas de tener sexo.

—Podríamos hacer el amor entonces —sonrió acariciándole las mejillas.

—El amor hacen las personas que se aman, nosotros sólo tenemos sexo.

La sonrisa se borró suavemente de sus labios, sintiendo un vacío horrible.

—Narel, creo que-

—Tendríamos que dormir —le dijo girándose en la cama para darle la espalda—. Mañana tengo control, y debo levantarme temprano.

—Tú te has vuelto parte de mi vida, eres la madre de mis hijos, eres a quién elijo como compañera —pronunció en un tono bajo, lastimero—. Eres parte de mi todo, Narel. Sé que en el pasado me equivoqué, y en serio intento remediarlo día a día. Intento que todo sea más fácil, porque sé que éste último mes ha sido difícil para ti, que tu cuerpo ha presentado muchos cambios... No sé como más demostrarte que te quiero.

—Está bien, Dariem, no te estoy recriminando nada, sólo no estoy de humor.

—¿Es por ella? No significa nada para mí. Es más, podríamos irnos los tres a tu departamento, así no debemos verla.

—Tengo sueño, luego podemos hablar de eso.

—Está bien, descansa.

Narel miró la pared, y suspiró, sintiéndose una estúpida total. Sus hormonas eran un desastre, su humor era horroroso, ya quería volver a ser la de antes. Se giró, y besó a Dariem, sorprendiéndolo.

—Yo también te quiero.

La miró sorprendido, y luego sonrió, besándola él ésta vez.

***

Era temprano en la mañana, y se había levantando para preparar el desayuno. No quería despertar aún a Narel, la castaña se veía tan a gusto, que la dejaría descansar hasta que todo estuviese listo.

Y cuando estaba por terminar de acomodar todo lo que había desordenado, alguien tocó a su puerta, sorprendiéndolo, ya que era muy temprano.

Fue hasta la sala, y al abrir la puerta, unos delgados brazos se envolvieron alrededor de su cuello, y fue sorprendido por los cálidos y suaves labios de Venus, sobre los de él.

Al reaccionar, la separó rápidamente de él, casi empujándola.

—¿Qué demonios crees que haces? ¿Te volviste loca?

—No, pero estuve toda la noche deseando hacerlo —sonrió—. Pensando en ti.

—Será mejor que te vayas, ahora.

—No pude borrarte de mi mente. Volver a verte, me trajo tan bueno recuerdos. Como cuando me besabas entera, y tus manos recorrían cada centímetro de mi piel.

—Ya basta, vete —le dijo tomándola de uno de sus brazos, empujándola fuera de su casa.

—¿Recuerdas lo bien que la pasábamos juntos? ¿Cuándo follamos fuerte y duro? Extraño sentirte dentro, Dariem —pronunció en un tono cargado de deseo, que lo incómodo—. Fue imposible no tocarme, al pensar en ti.

—Te quiero lejos de mi casa, y de mi familia —gruñó, dejándola del otro lado de la puerta, antes de cerrarla.

—Sabes que no me rendiré, Dar. Me conoces bien.

El moreno negó con la cabeza, y se fue a su habitación, observando que Narel aún dormía. Se acercó hasta la cama, y apoyó suavemente una de sus manos sobre su vientre, y la otra al costado de su rostro, antes de besarla.

—Despierta, buenos días perezosa —sonrió entre besos cortos.

—No, Dariem —se quejó alejándolo—. ¿Por qué me despiertas? Estaba durmiendo.

—Porque se te hará tarde para el control, y el desayuno ya está listo.

—Tienes razón —bostezó, estirándose en la cama.

—Te ves hermosa —sonrió antes de darle un beso en la frente—. Iré a despertar a Luna, así desayunamos los tres juntos.

—Está bien —murmuró quitándose las mantas de encima, para poder salir de la cama.

Aquel iba a ser uno de sus últimos controles, ya faltaba menos para que su hijo naciera.

***

—Oye, sé que a ti tampoco te cae bien la gorda humana, y es obvio que Dariem no hará nada contigo. Entonces, mi pregunta es ¿Me ayudarías?

—¿Y qué consigo yo con todo esto?

—Nada, pero al menos Dariem estaría con una mujer de su especie, y no con una humana.

—¿Qué quieres, Venus? —suspiró Rubí.

—¿Qué días trabaja Dariem y en dónde? —preguntó con una sonrisa traviesa.

***

Estaban los tres sentados en una banca, Luna comiendo un helado, Narel tomando un batido, y Dariem un café. Hacía un rato habían salido de la clínica, y antes de volver a su casa, Luna quería ir a dar un paseo.

Dariem tomó la mano libre de Narel, y la acarició suavemente. La joven castaña lo miró, y él le sonrió, inclinándose para adelante para darle un beso en la frente.

—Hermosa.

Ella rodó los ojos, y levantó la cabeza para darle un beso corto en los labios.

—Estás hecho un pesado.

—Sólo estoy enamorado de ésta bella mujer embarazada.

Narel lo miró sorprendida, aturdida de escuchar aquello.

***

—Onías ¿Cómo estás?

—Oh, hola Zury —sonrió observando a la muchacha pelirroja—. ¿Está todo bien?

—Sí, sólo que estaba aburrida, y decidí pasar a saludarte.

—Que linda. ¿Cómo van tus clases?

—Muy bien, extraño cuando éramos compañeros —sonrió divertida—. Así podíamos vernos todos los días.

—Es que mi estudio debió ser más acelerado que el tuyo, y con menos contenido —sonrió el rubio.

Observó su mano izquierda, con disimulo, y comprobó lo que había ido a averiguar. Él ya no llevaba el anillo en su dedo anular, sus sospechas eran ciertas.

Ya no estaba con la humana.

—Oye, cuando termines tu turno ¿te gustaría acompañarme a ver una película? Hace mucho no despejo mi mente, y creo que a ti también te haría bien —sonrió.

...

Último cap por hoy, Sayla mañana tiene un examen súper importante 💔😢

(Extraño esa Sayla)

DariemWhere stories live. Discover now