CAPÍTULO 11

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No volvería a verla, la evitaría, y Luna también. Acercarse a ella, había sido más peligroso de lo que hubiera imaginado.

Y él había jurado amar sólo a una mujer, serle fiel sólo a una, y ella se había ido. Su amor debía ser eterno, para siempre.

No había lugar para más nadie. Mucho menos para una humana.

***

-Varios días después-

"Llámame, estoy preocupada."

Leyó el mensaje, y arrojó el celular en alguna parte de su cama. Hacía tres días que no salía de la cama, y se sentía deprimida.

La licencia después de todo no había sido tan mala.

Desde hacía más de una semana, dejaba la ventana de su balcón abierta, esperando que él regresara en algún momento.

Pero no lo había hecho.

Desde entonces, no había ido más al asentamiento tampoco, no sabía como iba a hacer para mirarlo a los ojos. Y él tampoco parecía querer verla a ella.

La excusa de ella para no aparecerse, es que no habían nuevas noticias, lo cual era cierto, pero extrañaba ir allí, ver a Luna. Le había prometido que le enseñaría a leer, y no había vuelto a verla.

***

—Abre la boca.

La pequeña lo hizo, masticando sin ganas lo que Dariem le estaba dando. Hacía días Luna estaba decaída, y aunque inmediatamente había pedido a la doctora del asentamiento que la atendiera, la niña estaba bien de salud.

—¿Qué tienes?

—No tengo hambre, Dar.

—¿Por qué? Es sólo carne, como a ti te gusta.

—Es que extraño a Narel —le dijo en un tono bajo, agachando la cabeza y sus orejitas.

Sabía que al muchacho le molestaba hablar de ella, es por eso que no quería decírselo.

Gruñó bajo, y dejó el tenedor sobre la mesa. Al final no se había equivocado, esa mujer iba a ser un problema.

—¿Quieres que juguemos con Rubí? Ella siempre me pregunta por ti.

—No me gusta ella —gruñó.

—Pero a ella si le gustas tú. Y es una muchacha muy linda, muy tierna.

—Ella sólo te quiere a ti, Dar.

Era cierto, pero también tenía interés por la niña, tal vez sólo para acercarse a él. Dariem no lo sabía con exactitud.

—Podríamos dibujar juntos, los tres.

—¡No! Yo quiero a Narel, no a esa tonta.

—¡Luna! —la regañó, molesto—. ¿Qué te he dicho de hablar así?

Lo miró afligida, con sus grandes ojos de gatos, tirando sus orejas hacia atrás.

—Y-Ya no me quieres.

—Lu, claro que te quiero, pero-

—Tú quieres ahora a esa chica —lo interrumpió escabulléndose de sus brazos, corriendo.

Suspiró y negó con la cabeza, frustrado. ¿Qué tenía de malo rubí? Ella también podía ser tan buena como Narel.

O incluso mejor, porque era de su misma especie.

DariemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora