━ 𝐗𝐈𝐈𝐈: Un amor prohibido

Start from the beginning
                                    

Loki, Thor, Balder, Ull, Tyr, Freyja, Skaði, Frigg, Bragi... Había figuritas de madera de todas las deidades nórdicas, aunque, como cabía esperar, las más abundantes eran las de Odín, Dios de dioses y Padre de todos.

Con la curiosidad centelleando en sus orbes esmeralda, Drasil aferró uno de los tótems, concretamente el de la diosa Lofn, organizadora de matrimonios, incluso de los prohibidos.

—¿Es que acaso tienes pensado casarte? —bromeó Eivør, intercalando miradas entre su mejor amiga y la efigie que esta sostenía—. Qué callado te lo tenías —apostilló, divertida.

La aludida tuvo que morderse el labio inferior para no echarse a reír.

—Tendría que estar loca, o muy borracha, para atarme a alguien de por vida.

Debido a ese último comentario, Eivør carcajeó.

—Nunca digas nunca —repuso a la par que alzaba el dedo índice, enfatizando así sus palabras. Drasil le propinó un suave codazo, sin poder reprimir una sonrisilla pícara—. Por cierto, hablando de romances... Ese muchacho de ahí no te ha quitado el ojo de encima desde que llegamos. —Señaló con un suave cabeceo la herrería, desde donde un joven, que trabajaba en la forja de una espada, permanecía pendiente de todos y cada uno de los movimientos de la castaña.

Cuando Drasil miró en aquella dirección, procurando ser lo más discreta posible, sus ojos se cruzaron con los de aquel chico, que no vaciló a la hora de regalarle una efímera sonrisa.

—Parece que le gustas —volvió a hablar Eivør, asomándose por encima del hombro de Drasil, que chasqueó la lengua ante sus insinuaciones.

—Te lo estás imaginando —objetó la hija de La Imbatible.

—Yo solo digo lo que ven mis ojos —se defendió Eivør.

Drasil arqueó una ceja en una mueca escéptica. Puede que fuera cierto y que hubiese llamado la atención de aquel misterioso muchacho, pero ella no tenía ningún interés en él. En realidad, después de todo lo que había ocurrido con Ubbe —con quien no hablaba desde su última discusión—, no quería nada con nadie, y mucho menos con hombres.

—Pues lamento decirte que estás perdiendo facultades. —Rio entre dientes. Eivør enseguida la secundó, dejando escapar una sonora carcajada.

—No tienes remedio —dijo la mayor mientras negaba con la cabeza.

Con una expresión socarrona en el rostro, Drasil se encogió de hombros.

—Forma parte de mi encanto.

—¿Y si es verdad? —La voz de Astrid rompió el aciago silencio que hasta ese preciso momento había reinado en el Gran Salón de Kattegat, sacando de su ensimismamiento a Kaia, que permanecía sentada a su lado, y a Lagertha, cuyos iris celestes no se...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¿Y si es verdad? —La voz de Astrid rompió el aciago silencio que hasta ese preciso momento había reinado en el Gran Salón de Kattegat, sacando de su ensimismamiento a Kaia, que permanecía sentada a su lado, y a Lagertha, cuyos iris celestes no se apartaban del fuego que ardía en el hogar.

➀ Yggdrasil | VikingosWhere stories live. Discover now