Capítulo 27

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        Natasha intentó abrir la puerta una vez más y una vez más fracasó rotundamente. Estaba sola en el cuarto, hasta Lisa había salido en búsqueda de Paul, pero ella estaba allí, aislada y sin la más mínima idea de lo que sucedía afuera.

        Se sentía impotente, todo esto había sido su culpa y no había nada que pudiera hacer para arreglarlo. Pero aun así necesitaba hacer algo, ayudar a sus amigos a rescatar al amor de su vida. Hasta ese momento no tenían una sola pista con la cual ayudarse y Natasha podía notar que la búsqueda estaba siendo hecha por un simple protocolo, pero nadie esperaba que Paul volviera.

        Porque una vez que te secuestran los rastreadores, no vuelves a aparecer. Todo esto era demasiado retorcido. Hubo un tiempo en el que Natasha había pensado que tal vez serían capaces de resolver este misterio, de derrotar a los rastreadores una vez por todas y tener una vida feliz, pero la vida la había golpeado donde más le dolía, le había quitado a lo mejor que le había pasado en toda su existencia. Tocó sus labios, aún tenía el sabor de ese beso impregnado en su boca. Un beso que podría ser el último.

—¡No, no, no! —gritó. No sabía si alguien la escuchaba y tampoco le importaba—. Él no puede morir, él no se puede ir así. Debo salvarlo, debo salvarlo.

        Tomó la chaqueta del chico, Kate no se la había pedido y ella no había sentido el menor impulso por dársela, y la abrazó. Aún tenía su aroma. Algo que Natasha nunca había podido descifrar, una mezcla de sudor y colonia que extrañamente era agradable.

        La apretó contra su pecho y esperó que ese acto le diera a Paul las fuerzas suficientes para huir y volver hacia ella. La apretó con fuerza hasta sentir algo áspero y rasposo en medio de la chaqueta. Una pieza de papel, igual a la anterior, se posaba en el bolsillo interior de la chaqueta. Natasha lo desdobló desesperada, tal vez esto sería lo que rescataría a Paul.

        Escuchó algo en el exterior, un trueno. Era extraño, casi nunca llovía en Opes, pero al parecer el cielo estaba a punto de llorar. Al igual que ella; nerviosamente hizo el último desdoble y leyó el mensaje:

"¿Quieres recuperarlo vivo? Dirígete al centro de la ciudad. Allí sabrás que hacer. Y ven sola, sabré si trajiste a alguien y no queremos que el pequeño gran Paul se lastime ¿o sí?"

        Natasha de repente lo vio todo con claridad, por supuesto que Paul no era la venganza de Elizabeth, era simplemente un medio para lograrla, era la movida de un peón para engatusar a la reina. Y lo estaba logrando.

        Rápidamente se puso en pie y caminó hacia el baño. Sabía que Alicia ocultaba algún tipo de arma allí, para defensa propia, le había dicho cuando le había preguntado.

        Revisó en cada estantería, pero no había nada allí, estuvo a punto de darse por vencida hasta que vio una caja de tampones. Por supuesto, pensó, solo a Alicia se le ocurriría que un rastreador jamás le pondría atención a ello. Rápidamente regó los tampones por el suelo y allí estaba, una cuchilla. Tara le había enseñado lo básico del uso del cuchillo, sabía defenderse con él, pero no era tan buena como para sentirse segura.

        Al final decidió que eso era mejor que nada, lo tomó, se puso una sudadera e intentó nuevamente abrir la puerta. No lo logró, como lo esperaba, pero eso no la iba a detener; después de todo era una superdotada y tenía uno que otro truco bajo la manga. Intentó abrirla con su mente, pero de igual manera la puerta no cedió.

        La golpeó frustrada. Ninguna fuerza, ya fuese mental o física, sería capaz de abrir esa puerta. O a lo mejor... no se trataba de fuerza, sino de precisión.

Peligro (la mentalista #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora