Capítulo 9

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—Eso es ridículo —les dijo Natasha a los chicos mientras sacudía la cabeza—. No puedo estar leyendo las mentes.

—Claro que puedes —le respondió Alicia—. Después de todo eres una mentalista, es parte de tu amplio repertorio de habilidades.

—Pero… Esto es demasiado irreal, no puedo lidiar con esto. Tal vez lo imaginé.

—¿Y es por eso que sabías exactamente lo que pensé? —le preguntó Daniel—. No lo creo Natasha.

—No lo sé, tal vez si lo hice. No es tan difícil suponer que pensaras que estaba loca, hasta yo hubiera pensado lo mismo. Además —la velocidad de su voz aumentaba con cada palabra—, ya no estoy escuchando más “voces” tal vez haya sido algo pasajero.

—No, no lo es —intervino Alicia—. Paraste de hacerlo porque crees que no es real. Parte de nuestras habilidades funcionan simplemente porque creemos que podemos hacerlo. Trata de leer mi mente.

        Natasha cerró los ojos y se concentró en volver a escuchar las “voces”. No escuchaba ni el más mínimo murmullo.

—Nada —dijo mientras suspiraba—. Tal vez necesite práctica.

—Vamos —le dijo Alicia—. No creíste que podías hacerlo, lo sé porque lucías tensa. Trata de nuevo, y esta vez piensa que lo puedes hacer, que es tan simple como caminar.

        Natasha lo intentó de nuevo, trató de creer que era real y que podía escuchar las mentes de los demás, pero de nuevo no estaba funcionando. Luego pensó que cuando ella caminaba nunca pensaba que tenía que dar el siguiente paso, era algo natural.

        Trato de transmitir esa sensación a su mente, como si introducirse en la mente de los demás fuera la cosa más simple del mundo. Y lo logró. De un pronto a otro estaba escuchando la voz de Alicia sin que esta dijera una sola palabra. Estaba tarareando una canción.

—¿Estás tarareando? —preguntó Natasha sorprendida.

—¡Sí! —le respondió su amiga emocionada—. No puedo creer que esto esté pasando, será tan genial saber quién miente y quién no. ¡Por Dios, Natasha, serás una gran fuente de chismes!

        Natasha también estaba feliz, había escuchado todos esos pensamientos desde antes que Alicia moviera su boca, de alguna manera era genial el tener esa habilidad. Se sentía poderosa, con control. Hasta que de repente todo fue un caos. Natasha comenzó a escuchar no sólo la voz de su amiga, sino que la de Daniel y la de todas las personas que estaban en el edificio. Todo era un desorden de voces y murmullos, como si estuviera en medio de una discusión de más de mil personas.

        No puedo creer que pase me pase esto a mí, debería de pasarle a Sarah, ella ha hecho cosas peores que yo, Decía una chica cuya voz Natasha no pudo reconocer.

        ¿En serio se cree mi amiga? Por dios, no es más que una herramienta, Decía otra voz.

        Cientos de voces estaban adentro de la cabeza de Natasha y no sabía cómo sacarlas de ahí. De un pronto a otro necesitaba estar sola, lejos de todo el mundo.

—Lo siento chicos —dijo mientras caminaba—. Tengo que irme.

        No se volvió para ver las caras de preocupación de sus amigos. Subió las escaleras del lobby y fue a dar a las aulas. Descubrió que entre más se alejaba del comedor más difusos se hacían los pensamientos en la cabeza. Es como perder la recepción de mi celular, pensó mientras se seguía alejando de todos. Al final entró a un aula. Se sorprendió que estuviera abierta, pero a la vez agradeció que así fuera. Se sentó en un pupitre y puso las manos en su cabeza.

Peligro (la mentalista #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora