52. Reset (segunda parte)

Začať od začiatku
                                    

—Y otro batido igual de colorido que ese —sonrío, mirándola a ella, apuntando ahora su vaso vacío—. Y esta vez, con más crema. —añado y Solae baja la cabeza, sonriendo.

Una vez que el camarero se retira con las tazas y platos vacíos, y con una taza de café que por alguna razón también estaba allí, volvemos a quedarnos en silencio.

—Ehm.... ¿Quieres que te lo ponga? —pregunto, dudoso.

—¡¿Que me lo pongas?! —pregunta Solae demasiado fuerte, poniendo cara de desconcierto. Ahí me doy cuenta que debí haberme expresado mejor.

—¡Que si te pongo el collar! ¡So pulpicornia mente de alcantarilla! ¿Por qué siempre eres así? —le reprocho ruborizado, mientras golpeo mi frente con la mano y ella comienza a reírse nerviosa, contagiándome. No se puede negar que tengo un talento especial para hacer de un momento incómodo, uno aún más incómodo, pero Solae también es siempre muy malpensada.

Solae se rasca por detrás del cuello, avergonzada por el malentendido.

—Sí, pónmelo... por favor. —me dice ahora con voz tímida jugando con su pelo como suele hacer cuando está nerviosa.

Tomo el collar y me levanto para ubicarme detrás de ella. Solae aún lleva el cabello un poco húmedo, por lo que deduzco que debió ducharse solo un poco antes, sin secarse el pelo para no retrasarse más. Al levantarlo para despejar su cuello, me invade su intenso aroma característico que reemplaza todo el oxígeno a mi alrededor. Con los nervios no consigo abrir el maldito broche y tener a Solae esperando solo hace que las cosas sean más complicadas para mis torpes dedos.

—¿Necesitas ayuda? —me pregunta volteándose hacia mí, y dirige su vista hacia mis manos que tiemblan (y hasta sudan) un poco a la vez. Bruscamente desisto de intentarlo y se lo devuelvo para que deje de juzgarme.

Solae sonríe divertida ante mi incompetencia, y en cuestión de segundos abre el broche y me lo ofrece, esta vez desbloqueado para que se lo coloque.

—¿Crees que podrás abrocharlo o mejor lo hago yo?

Se lo quito de las manos, haciéndome el ofendido, mientras que por dentro me río de la situación.

—Qué poca confianza me tienes —le digo, comenzando el nuevo desafío de encajarlo y cerrarlo. Esta debía ser la principal razón por la que los hombres casi no usamos collares, y es que los broches son imposibles de manipular para dedos gruesos como los míos.

—Estuvo entretenido el Tri. Aunque algo... intenso —lanza Solae de pronto e inevitablemente vuelvo a recordar nuestro apasionado beso en el juego de la botella, pero lo que sucedió después no logro recordarlo con claridad, quizás por culpa del alcohol. Aunque me incendio al tener la súbita certeza de haber hablado de más. De haberme... ¡declarado!

—Sí... —me limito a decir y trago saliva. Sin darme ni cuenta, ya había conseguido cerrar el broche, pero me había quedado ahí, paralizado, con mis dedos aún sosteniendo la cadena apoyados detrás de su cuello, no sabiendo qué hacer con mis manos.

—Sobre lo de anoche... —comenta de pronto y mi corazón se acelera en anticipación. Solae agarra el dije del collar y lo encierra en su puño contra su pecho—. Lo que me dijiste... —continua con cautela. Sé a lo que quiere llegar, pero no sé si estoy preparado para responderle. Solo agradezco que no pueda ver mi cara—. ¿Lo decías en serio...? —me pregunta sin voltearse ni moverse.

La siento atenta a mi respuesta. Mis mejillas se encienden. ¿Es que no le había quedado suficientemente claro? ¿Por qué tenía que volver a decírselo con lo difícil que ya había sido?

No me conoces, pero soy tu mejor amigo ¡En librerías!Where stories live. Discover now