—No estoy enfadado contigo, Sol. Pero no te voy a mentir que me dolió encontrarlos juntos. —me dijo con voz afectada, sin mirarme directamente—. No creas que no me he dado cuenta de que Alex está interesado en ti...

—Él no está interesado en mí. —respondí, ahora sintiendo que aquello sí era más cierto—. Alex solo me busca porque quiere ser algo así como mi mejor amigo. —le dije pretendiendo que aquello no me afectaba—. Siento mucho lo que ocurrió. No debí pedirte que llegaras más tarde... o que no llegaras. —dije bajando la mirada.

Apoyando su mano bajo mi mentón, Anton levantó mi rostro con delicadeza y me giró hacia él.

—No te culpo, Sol. Solo lo hiciste porque Alex te lo pidió, ¿verdad? Porque hay algo que te preocupa sobre mí y él te dijo que podía ayudarte a resolverlo.

«¿Qué estaba haciendo? ¿Estaba leyendo mi mente? Si no ¿Por qué traería a colación mis sospechas sobre él?»

Su voz sonaba calmada y comprensiva. Me estaba costando mucho seguir pensando mal de él, pero aún así intentaba mantener la guardia en alto. No sabía qué responder sin mentirle, pero sin darme cuenta, me encontré asintiendo.

—Asumo la culpa de eso. Creo que aún no he sido completamente sincero contigo... —Anton alcanzó mi mano y moviéndose despacio, entrelazó sus dedos con los míos—. Solae, yo te amo. —sus ojos claros me miraban hipnóticos y profundos, haciendo imposible no perderme en ellos— Eres lo más importante de mi vida y yo solo quiero lo mejor para ti. Lamento haber tardado tanto en decírtelo, pero lo cierto es que estaré dispuesto a cualquier cosa con tal de que seas feliz.

La confesión de Anton me pilló completamente desprevenida. Era lo último que esperaba que me dijera en ese momento, pero al mismo tiempo era lo que más había querido oír hacía años. Y es que hasta ese momento, a pesar de que ya éramos novios, Anton jamás me había dicho directamente que me amaba. Luego de nuestro sorpresivo primer beso, todo había sido implícito, pero era totalmente distinto escucharlo de sus propios labios. Como si al pronunciarlo se transformara en una verdad absoluta.

Mi corazón confundido de pronto comenzaba a estar más seguro, a sentir algo similar a la felicidad, a pesar de que otra parte de mí, aunque cada vez más pequeña, luchaba por mantenerme en guardia, a recordarme que Anton aún podía ser peligroso, a insistirme que podría estar manipulándome. ¿Pero cómo podía ser peligroso alguien que me hacía sentir tan feliz? Después de tantos años de amistad, por fin me decía que me amaba, por fin me correspondía por completo y simplemente no me cabía en la cabeza que tuviera intenciones de hacerme daño o que todos estos años amándolo en secreto nunca hubiesen ocurrido.

Deseaba responderle que yo también, que aquello era todo lo que había deseado oír, y luego saltar a sus brazos y besarlo, pero aún estaba eso que me refrenaba. Esa parte de consciencia y autocontrol que Alex y Tam aún sostenían dentro de mí, y que me contenía. Pero no sabía por cuánto tiempo lo conseguiría. Me daba cuenta que era imposible resistirme al enorme poder que Anton ejercía sobre mí.

«¿Quién eres, Anton?»

—No tengas miedo, Sol. —me susurró Anton, con su voz profunda y reconfortante—. Entiendo que estés confundida y es por eso que desde ahora seré totalmente sincero contigo. No quiero que existan más secretos entre nosotros, para que así ya no desconfíes más de mis intenciones. Quiero que sepas que todo lo que he hecho ha sido solo por tu bien. Todo ha sido por ti.

«¿Lo que ha hecho? ¿De qué estaba hablando? Acaso estaba admitiendo que...»

—Sí, mi Sol. Es cierto que yo te hice olvidar a Alex.

—¿¡Que qué!? —retrocedí impactada, soltando sus manos de golpe. Realmente no podía creerlo—. ¡¿En verdad estás admitiendo que me borraste la memoria!?

No me conoces, pero soy tu mejor amigo ¡En librerías!Where stories live. Discover now