Epílogo

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— ¿Te gusta?

—Sí, es hermoso—sonrió de tal manera que, su pareja quedó cautivado con ella.

¿Y cómo no hacerlo? Sí simplemente lo amaba, cada día a su lado era único, inigualable. Nada se le podía comparar. No existía motivo en este mundo que pudiera contradecir sus sentimientos. Esas inexplicables emociones que había obtenido desde el primer día que lo conoció, aún provocaba que su estómago sintiera los cosquilleos y los nervios que le causaba con su mirada. Sí, él era la persona que más amaba y que sentía que podría amar por siempre.

—Me alegra—entrelazo sus dedos, interrumpiendo sus bellos pensamientos, para así seguir caminando por esa transitada avenida.

—Es un buen día, ¿no crees?

— ¿En serio lo es? —preguntó, para después soltar una suave risa ante el pequeño e infantil mohín, que su pareja había formado en sus labios.

—Karma—lo miró con algo de reproche, pero al escuchar su nombre sonrió con ternura.

— ¿Qué? No puedes negar que, aunque pasen los años sigues siendo adorable, puedo estar a tu lado horas y horas sin aburrirme—acarició con delicadeza su mejilla—. Contigo siento que puedo lograr todo lo que me propongo; ahora creo que mi vida tiene sentido y que estando junto a ti, no habrá nada que pueda detenerme, porque tú eres mi luz y mi mundo entero.

—Aw, siempre eres muy cursi—la vergüenza y emoción en su rostro era palpable, sin embargo, la sonrisa llena de ternura que le dedicaba al pelirrojo era genuina—, pero así te conocí y amo.

—Y yo me enamoré de ti sin darme cuenta.

—Eso es bueno... ¿sabes? Creí que siempre esperaría por ti, y me resigné a verte feliz con la persona que amaras, aun si no era yo, Karma—confesó mirándolo como sólo podía hacer. La honestidad en sus ojos era como un hermoso brillo de una joya, pero así era, no podía mentirle ni quería hacerlo.

La distancia de a poco se fue cerrando, hasta que, ambas respiraciones se hicieron una y así abrieron paso a tan hermoso beso.

Calidez y amor; eso era lo que transmitían. Si se dijera en el lenguaje de las flores sería una neguilla y una camelia blanca, ¿por qué? Simple, ellos sabían que comparar su amor con una rosa no sería del todo correcto. Un amor puro y sincero era mejor compararlo con aquella flor; una camelia blanca.

—Te amo—profesó al separar sus labios. El sólo hecho de mirarlo a los ojos provocaba unos nervios inmensos en su pequeño cuerpo. Y no era para más, hoy sería el día en que se unirían en cuerpo y alma como la feliz pareja de recién casados que eran.

—Y yo a ti, amor mío—juntó sus frentes con una enorme sonrisa en su rostro. La felicidad que sentía se desbordaba por cada parte de su cuerpo—. Debemos llegar o se hará tarde.

—Será tu culpa entonces.

— ¿Mía? ¿Quién me está distrayendo?

—Nadie—rió por lo bajo y después lo miró con dulzura, a lo que el pelirrojo suspiro resignado.

—Jamás puedo contigo, me tienes a tus pies.

—Y yo a tu merced...

—Un amor mutuo, me gusta.

—Así es como debe ser, Karma. Nuestro amor es correspondido.

—Tarde, pero lo fue—sujetó de nuevo su mano y sonriendo continuaron con su andar.

Aún les faltaba un largo camino por recorrer, ya que esto recién comenzaba. La ciudad del amor estaba dispuesta a ser explorada.

...

Lenguaje de las flores 「Finalizada」Where stories live. Discover now