Capítulo 2: Con Este Anillo

Comenzar desde el principio
                                    

–No –insistió Dumbledore– Ya es hora de sacarte del campo de batalla, Severus. Te necesitamos aquí, con nosotros. Y de esta forma estaremos seguros de tener un miembro leal a la Orden del Fénix junto a Harry, protegiéndole.

– ¡Albus! –protestó Snape horrorizado.

Dumbledore se levantó súbitamente, tomando a Snape del brazo y llevándole a un lado del cuarto para hacer un aparte con él, en voz baja. Ron y Hermione aprovecharon para comentar las cosas con Harry en quedos susurros.

–Esto es una locura –protestó Ron– ¡No pueden estar considerando seriamente casarte con ese cretino grasiento!

Harry le miró desesperado, con un punto de pánico. ¿Qué diablos podía hacer? Parecía que estuviese decidiendo quién le iba a matar antes: Si no se casaba con Snape, Voldemort le iba a matar. Si lo hacía, probablemente su flamante esposo lo hiciera en su lugar. Por no mencionar la reacción de los demás Gryffindor y Slytherin... Nunca había pensado seriamente en el matrimonio, pero siempre había creído que si llegaba a la edad adulta, se enamoraría como sus padres lo habían hecho, se casaría, tendría una familia. La idea tenía su encanto. Pero ahora tendría que pasar el resto de sus días atrapado con Severus Snape, el profesor más odiado de Hogwarts. Sería como tener una clase inacabable de Pociones durante el resto de su vida.

–Harry, no podemos permitirlo –dijo Hermione, mirando resignada a Ron.

Ron, repentinamente pálido, asintió:

–Desde luego que no –repuso con firmeza– Somos tus mejores amigos, Harry. Cualquiera de los dos... –su voz se rompió durante un segundo, y tuvo que hacer una pausa para aclararse la voz– Cualquiera de los dos se casará contigo antes que dejarte contraer matrimonio con Snape.

Por un Segundo Harry no entendió lo que le decía su amigo, sobre todo porque aún no había digerido el hecho de que el mundo mágico no tuviese prejuicios contra el matrimonio de dos hombres. Finalmente comprendió que sus dos amigos estaban dispuestos a casarse con él, a sacrificar su propia felicidad para protegerle. Y aunque deseaba desesperadamente escapar de aquella situación, evitar el matrimonio con Snape, sabía perfectamente que no podía hacerles esto.

Lo cierto era que, lo mirase como lo mirase, su propia vida y su felicidad nunca habían sido suyas, desde el momento en que Voldemort había asesinado a su familia y le había convertido en el "Niño que vivió". Siempre se le habían negado libertades básicas, primero con los Dursleys y luego con el mundo de los Magos y su creencia de que les iba a salvar a todos. Al haber hecho precisamente eso la pasada primavera no había sino reforzado esa fe. Y no importaba qué hiciera en su vida, qué pudiese soñar o esperar, Voldemort nunca le iba a permitir tener una existencia normal. De hecho, no iba a permitir que existiese, punto. Al menos podía asegurarse de que sus amigos tuviesen una posibilidad de tener una vida normal.

–Sois mis mejores amigos –les dijo con suavidad a Ron y Hermione– Y si tengo que superar lo que sea que me prepare Voldemort, necesito a mis mejores amigos a mi lado... como mis mejores amigos. No puedo casarme con ninguno de los dos. Lo arruinaría todo.

–Harry –protestó Hermione– nunca permitiríamos que esto arruinase nada.

–Claro que no –asintió Ron– Siempre seremos tus mejores amigos. No importa lo que ocurra.

Estaba claro que debía ser más persuasivo. Les tomó las manos a ambos.

–Sois lo único en mi vida que es normal y... cuerdo –les dijo con fiereza– No puedo perder eso. Y casarme con uno de vosotros cambiaría eso. No puedo.

Los dos parecieron entenderlo entonces, y vio cómo el alivio y la culpabilidad peleaban en sus rostros.

–Pero... ¡Snape! –Protestó Ron una última vez– Y... ¿Ginny? Estoy seguro de que ella...

La Piedra del MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora