3. "Confrontación"

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Para cuando Niara y Dinorah me ayudan a subir a mi habitación una vez más, Axel ya está consciente y no le corre sangre por el rostro. Aún luce pálido y débil, pero por lo menos ya no tiene ese aspecto alarmante de hace unos minutos y, en el instante en el que pongo un pie dentro de la estancia, se levanta de la cama y se encamina hacia mí para envolverme en un abrazo fuerte y cálido.

El alivio que me provoca su gesto —y su presencia en este lugar, luego de haber desparecido durante el mismo tiempo que Mikhail— me reconforta. Me hace sentir tranquila de una u otra manera.

—¿Dónde demonios estabas? —susurro contra su oído y él me levanta del suelo unos segundos antes de apartarse para mirarme; como si estuviese asegurándose de que me encuentro bien.

—Tenía que irme —dice, al tiempo que sacude la cabeza y frunce el ceño con preocupación—. El Supremo estaba llamándonos a todos por medio de la energía que nos ata al Inframundo. Tenía que ir o iban a venir a buscarme —hace una pausa para dar un paso hacia atrás y echarme otro vistazo—. Creí que estarías muerta. Luego de todo lo que dijo Ashrail, de verdad pensé que morirías.

—Yo también —asiento en acuerdo con él y cierro mis ojos solo porque la seguridad de tenerlo aquí me embriaga.

—Tienes más vidas que un gato, eso te lo puedo asegurar —dice y una pequeña risa se me escapa.

En estos momentos, ni siquiera me importa que mi habitación esté llena de gente. No me importa que haya dos brujas, dos ángeles y una criatura a medio camino entre la luz y la oscuridad observando nuestra interacción.

—¿Por qué no volviste antes? —pregunto y sueno como una madre preocupada.

—Porque no quería atraer a ningún demonio a este lugar. Todo el mundo en el Reino del Supremo sabe de mi amistad con Mikhail. Han estado vigilándome. Sabía que, de haber muerto, el mundo humano se habría ido a la mierda; pero no podía intentar volver y arriesgarte de esa manera. ¿Sabes lo que te harían si te encontraran? ¿Sabes lo peligroso que sería que lo hicieran?

Mi ceño se frunce en un gesto preocupado.

—¿Cómo hiciste para venir acá sin que te siguieran entonces? —inquiero, y la ansiedad se apodera de mi pecho.

—Perdí a los soldados que me seguían en una intersección de líneas energéticas. Pude escabullirme y ocultarme entre el desastre que Amon provocó hasta que estuve seguro de que no estaban siguiéndome —niega con la cabeza—. Bess, necesitas irte de aquí. Necesitas alejarte de este lugar. Es peligroso. Hay una grieta enorme aquí cerca. Si alguno de los Príncipes se da cuenta, van a venir a invadir esta parte del mundo también.

El miedo —ese que había estado manteniendo a raya durante todo este tiempo— se hace presente y me escuece las entrañas.

—Aquí la mantendremos a salvo —Rael interviene en la conversación y la vista del íncubo se posa en el ángel—. Agradecemos tu preocupación, pero lo tenemos todo controlado.

—¿Tienes una idea de cuántos demonios conforman solo las legiones que dejó Amon? —Axel espeta con brusquedad en dirección a Rael—. Miles. ¿Sabes cuántas criaturas oscuras están decididas a encontrar un hueco en el equilibro para escapar del Averno? Cientos de miles. Están planeando el Pandemónium, ¿sabías eso? Están planeando la aniquilación de la humanidad como la conocemos. Han encontrado la forma de derrotar a los de tu clase, y no se van a detener hasta conseguir su objetivo. Hasta sumir la tierra en tinieblas. Hasta provocar el Apocalipsis y el Pandemónium, y acabar con todas las criaturas vivas en este planeta.

PANDEMONIUM © ¡A la venta en Amazon!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora