☆Capítulo 4: Todo se fue a la mierda... otra vez. Part. 2 (TW)

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Aún existía alguien que confiaba en ella.

Ambos fueron interrumpidos por una tos ajena a ellos. Miraron a los asientos de enfrente, apreciando como Erick abría sus ojos completamente rojos. Mientras Sheyla y Sara trataban de captar su atención, su mirada se dirigía a Elizabeth, observándola con sorpresa.

-Erick, Erick mírame -ordenó Sheyla captando la atención del chico.

Este, sin decir nada, trató de pararse sin darse cuenta que estaba acostado diagonalmente sobre ambas chicas. Sus intentos fueron en vano, pues volvió a caer adolorido. Quien sabe cuánto tiempo haya pasado tirado en aquella esquina.

-¿Dónde estoy? -preguntó confundido-. ¿Cómo llegué hasta aquí?

-Se dice gracias -respondió James desde el frente con seriedad y sin quitar los ojos del camino.

-Toma, bebe esto -le ofreció Sara una botella con agua y una pastilla después de que habían ayudado al chico a sentarse bien.

-Necesitamos llevarlo a un médico, puede que se haya drogado demasiado. No recuerda lo sucedido en las últimas 5 horas -propuso Sheyla.

-¿Podemos preocuparnos de un solo problema a la vez? -preguntó Alex frunciendo el entrecejo.

Dio una mirada a la dirección que había escrito Jack en su celular. Miró por la ventana para ver por dónde iban. Al ver un letrero con el nombre de la calle, se giró rápidamente para mirar a los chicos.

-¡Es aquí!

Jack miró rápidamente por la ventana que le quedaba al lado, viendo desde lejos un rastro de sangre.

Bajaron todos rápidamente, dejando a Erick adentro con una bolsa de hielo en su cabeza que sostenía él mismo. Al salir, Elizabeth miró a su alrededor. Había un bosque. No parecía ser muy grande, pero si muy frondoso. El color rojo e intenso de la sangre distinguía del verde habitual de la hierba. Siguieron el rastro de gotas carmesí que recorría el camino de tierra, rezando porque ya no fuera tarde.

Después de varios minutos de correr por el bosque, llegaron al final del rastro, y al parecer también al final del camino. El sendero de árboles había llegado hasta el final, donde un acantilado bastante alto esperaba a quien se acercara. Se podía observar el extenso río a unos 110 metros de altura, que chocaba con las grandes rocas al final del acantilado.

Pero justo en el borde, un chico de más de 20 años amenazaba con un bate de madera a una chica rubia arrodillada frente a él, quien lloraba tirada en el piso. Jennifer pedía ayuda a gritos entre sollozos.

-¡Que no grites, joder! -ordenó alterado-. ¿No dijiste que no querías ir conmigo? ¡Pues si no es conmigo, no es con nadie! -decretó dándole un golpe en el hombro.

Ella "Se hizo bolita" poniéndose en posición fetal mientras soltaba un gemido de dolor y se apretaba la parte afectada.

-¡Jennifer! -gritó Jack con voz extremadamente gruesa por la rabia que tenía. Sintió como la vena de su frente y cuello se marcaban por estar alterado. Trató de correr hacia ellos, pero James y Alex lo agarrón antes de que cometiera otra estupidez.

-¡Oh mira, trajiste amiguitos! -se burló hablándole a Jennifer, antes de dirigir su vista a Jack-. ¿Qué? ¿No te fue suficiente con la paliza que te di hace rato?

Enfermos Mentales: Edificio del terror. [Libro 2]Where stories live. Discover now