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Hoseok se limitaba a mirar el suelo de su cuarto, en total oscuridad y silencio, mientras que balanceaba sus pies lentamente, sentado en su desalmada cama.
Sus brazos y sus pies, llenos de heridas y moretones. Sus ojos, rojos, húmedos y con unas ojeras terriblemente grandes. Su cabello estaba demasiado despeinado, cada vez tenía menos pelo debido a su incontrolable rabia. Sentía vergüenza y no comprendía cómo había llegado a tal estado. Simplemente no podía entenderse a sí mismo.

De ves en cuando jadeaba debido a el rose de sus manos examinando con vergüenza y asco sus extremidades. Iluminadas únicamente con la lámpara que estaba en su mesita de noche. Recorre lentamente cada parte de su piel, memorizando. Pasaba sus dedos delicadamente por encima de aquellos cortes en diagonal producidos no por él mismo, si no por el demonio que controlaba todo su cuerpo, alma y voluntad.

Y el tan solo hecho de recordar el más mínimo detalle, lo hizo romper en llanto.
Y con eso bastó para que las imágenes se hicieran presente en su cabeza. Haciéndolo agonizar aún más.

Lo que todo haría él por conseguir lo que quería, todo su ego, toda su codicia y deseo, antes no tendrían que tener ningún problema. Era, tanto como en la realidad, social y sentimentalmente pobre. Para él ningún chico ni chica se le habría de acercar por amor. Así que él le prometió a su avaro corazón que no caería en ilusiones y en obviedad, tampoco se le acercaría a alguien románticamente.
Ahora que han pasado años, Hoseok hubiese deseado que su infantil y dañado corazón no hubiese cubierto sus ojos con su sucia mugre, llamada envidia.

El pelinaranja tomó su celular en mano, despertando de su trance. Lo prende y aparta la vista, estaba acostumbrado a la tenue luz que le brindaba la lámpara de su cuarto a estas horas, pero inmediatamente lo arregló para poder observar mejor su celular.

Y apenas pudo aclarar la vista, divisó un mensaje.

Park te envió un mensaje:

Losiento hermano, ahora estás sólo en esto. Suerte.
-Jimin

Hoseok simplemente no tenía escape.
Sintió su lámpara apagarse, y su teléfono perdiendo brillo lentamente.
Se tensó, la piel de gallina empezaba a hacerce presente en sus brazos y espalda.
Cerró sus ojos con fuerza y esperó.

Esperó solo.

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Boy meets evilWhere stories live. Discover now