— Tal vez en algúna parte del mundo a alguien le guste - su risa volvió a inundar todo el lugar.

— Tal vez pero aún así eres extraña - me uní a su risa.
— ¿Porqué te gusta estar en el piso? - recargó sus codos en sus piernas.

— Me relaja y pienso con más tranquilidad - una sonrisa apareció en su rostro.

— ¿Prácticas yoga? - negué.
— ¿Y estár en el piso te relaja?.

— Y me ayuda a pensar - la sonrisa en su rostro creció.

— ¿Y aún así me quieres negar que eres extraña? - su sonrisa se ladeo un poco.

— Para mí no es extraño - ahora una risa fue la que salió de sus labios.

— Esta bien pero vine a interrumpir tu momento de relajación - una de mis cejas se arqueo.

— ¿Porqué quieres interrumpir mi momento sagrado? - mis palabras provocaron su risa.

— Quiero interrumpir tu momento sagrado para invitarte un helado - repitió las palabras que dije antes haciendo un movimento con sus manos.

— Eso no suena nada mal - sonaba muy bien.

— Vamos, tienes veinte minutos para vestirte o la invitación desaparecerá - sin perder tiempo subí las escaleras lo más rápido posible.

Sólo me vestí, peine un poco mi cabello y por último unos toques de maquillaje.

— Ya estoy lista - entre al salón donde antes se encontraba Nathan

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— Ya estoy lista - entre al salón donde antes se encontraba Nathan.

— Dieciocho minutos, nada mal - observó mi cuerpo de arriba a abajo.

— Vamos - señale la salida.

— Claro - salimos del salón rumbo a el garage.

...

Después de algúnos minutos y luces rojas sin parar llegamos a un centro comercial.

— ¿Sabías que puedes morir si sigues conduciendo así? - salí del coche.

— Eres una exagerada, hoy me controlé - cerro el coche.

— Si no te hubieras controlado hubiéramos muerto, ¿no es así? - su risa se escucho en todo el estacionamiento.

— Ya dejá de exagerar y vamos por ese helado - sin previó aviso tomó mi mano.
— Es necesario, podemos encontrarnos a alguien y no quiero responder preguntas - señalo nuestras manos entrelazadas.

Casada Con El SexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora