— Hola - dije cuando entre a la cocina.

— Hola - Nathan ya tenía su desayuno frente a él.

— ¿Qué es eso? - señalé el plato frente a él.

— Es el desayuno, te tardaste un poco y moría de hambre, así que llame a un restaurante y trajeron el desayuno. Por cierto el tuyo esta por allá - señaló una bolsa café.

— Yo lo pude haber hecho, lo sabes - su mirada estaba fija en la comida.

— Mañana ya no te preocuparas por eso, mamá terminó de contratar a todo el personal y mañana estarán aquí a primera hora - no quiero que alguien más haga lo que yo puedo hacer por mí misma.

— No necesitamos empleados, puedo encargarme de todo - elevó un poco su vista.

— Lo sé pero no quiero que lo hagas, tus clases inician pronto y debes de estudiar y no mantener una casa limpiá - un punto para él.

— De acuerdo - no tenía otra opción.

— Debemos de hablar sobre lo que sucedió anoche - puse mi desayuno frente a mí.

— ¿Tengo algúna opción para poder escapar de ésto? - sabía que había hecho mal.

— No, estuvimos juntos la mayor parte del día y nunca mencionaste nada sobre tu salida - me daba la impresión de que esto no terminaría bien.

— No sabía que saldría, Alonso me llamo después de que te fuiste y me invito no tenía nada mejor que hacer así que simplemente acepte - su mirada estaba fija en mí.

— ¿Porqué no llamaste para avisarme? - su mirada me ponía un poco nerviosa.

— No lo sé, jamás paso por mi cabeza - una risa sin gracia salió de sus labios.

— ¿Porqué no pensaste?, eres consciente de lo que te pudo haber pasado si no huebiera llegado, si te hubiera llamado dos minutos más tarde, te imaginas lo que ese imbécil te pudo haber hecho sólo porque no pensaste en las consecuencias - sin poder evitarlo baje la mirada.

— Lo siento - no tenía nada más que decir.

— No lo sientas, sólo piensa para la proxima aunque sinceramente espero que no allá una próxima vez - sus palabras comenzaban e herirme.

— No volvera a ocurrir - los nervios se hacían cada vez más presentes.

— Eso espero - y con eso se fue.

Sabía que tenía razón en cada una de sus palabras, el hambre desapareció de mí y simplemente alejé el plato.

...

Medio día y aún estaba tirada en el piso del salón principal.

— ¿Qué haces ahí? - Nathan estaba vestido como si fuera a salir.

— No tengo nada más que hacer, además me gusta mucho estar en el piso - tomó asiento en uno de los sillones.

— Eres muy extraña - los dos reímos ante sus palabras.

— No es así - tal vez un poco.

— Claro que sí, eres a la única persona a la que le gusta estar en el piso - recargo su espalda en el respaldo del sillón.

— No es verdad - una risa salió de sus labios.

— Dime, ¿a quién conoces que le guste estar en piso? - pensé mi respuesta por algunos segundos.

Casada Con El SexoWhere stories live. Discover now