Madelaine apretó sus labios hasta dejarlos blancos y reprimió unas cuantas lagrimas cerrando fuerte los ojos mientras subía al auto. El no-tan-desconocido desconocido cerró la puerta en el instante después que estuvo completamente dentro del vehículo y el olor a tabaco fue lo primero que la golpeó, recordándole a su padre. Ella odiaba que fume. Sus recuerdos se centraron en él por un momento, en cuanto se arrepentiría de haberla dejado salir por la mañana y en cuanto lamentaría no haberle rogado aún más que deje la universidad. En ese momento, Madelaine confirmó que a veces nos damos cuenta de nuestros errores demasiado tarde. Se dio cuenta de que a pesar del miedo que tenía de vivir o salir de su casa, siempre lo hizo con la esperanza de que no le ocurra nada malo.

     Pero con la esperanza no hacemos nada.

     El castaño cerró la puerta unos segundos después mientras arrancaba el auto, las ruedas rechinando sobre el asfalto mientras huía de la escena a toda velocidad. Durante al menos los diez primeros minutos, Madelaine tuvo más miedo de morir en un accidente de tránsito que en las manos del hombre que manejaba el coche como un desquiciado. No se atrevió a mirar el velocímetro y mucho menos a su alrededor. Se tapó el rostro con ambas manos y dejó escapar algún pequeño grito cada vez que Dylan daba un giro brusco o frenaba de golpe para esquivar otro vehículo. No se atrevió a abrir los ojos hasta que él le habló por primera vez, una vez que consideró que la zona era peligrosa y podía relajar sus músculos y bajar la velocidad.

    "Voy a decirte lo que no vamos a hacer." Maddie asomó un poco la vista entre sus manos para verlo doblar en una esquina con mucha más tranquilidad. "¿Ves ese cuchillo ahí?" Dylan señaló con la cabeza al hueco entre medio de los dos asientos delanteros. Madelaine se incorporó para ver un puñal al lado de un revólver que no parecía ser el mismo que el que le había visto en la cafetería. Tragó saliva y levantó su mirada hacía él como si ya estuviese rogando por su vida. "No vamos a tocarlo. ¿Y el arma? Siquiera lo pensaría."

Era difícil para ella detectar si había o no una amenaza en sus palabras, pero por el estado de pánico en el que estaba, Madelaine sería capaz de acatar cualquier orden. Lo que sí entendió, sin embargo, fue que no se incluyó a él cuando dijo 'vamos'.

    "No vas a tirarte por la ventana, es decir, es tu decisión, pero sería bastante estúpido," dijo arqueando una de sus cejas. Madelaine barajó la posibilidad y pocos segundos más tarde la desechó. Bajar el vidrio le tomaría una eternidad y podría lastimarse lo suficiente al caer como para siquiera poder escapar corriendo. "No vas a gritar. Es inútil y me da dolor de cabeza," continuó recostándose sobre el asiento, hablando con una tranquilidad que desentonaba completamente con el desastre que era Madelaine por dentro y por fuera. "Y no vas a poner las manos dentro de tus bolsillos."

    La sangre se le congeló en las venas por un segundo y tragó saliva con dificultad. La última gota de esperanza que tenía se había desvanecido junto con esas últimas palabras. La única posibilidad que tenía de salir de allí era tocando el botón antipánico y acababa de ser bruscamente arrebatada de ella.

    Dylan la miró, esperando una confirmación para finalmente sellar el trato. Maddie asintió insegura.

    "Bien," soltó y frenó el auto en seco. "Yo no voy a matarte," dijo mientras abría la puerta del conductor y salía del vehículo.

    Había cierto arte en la forma en la que Dylan elegía sus palabras. Sabía de qué manera hablar y en qué momento hacerlo para hacerlas sonar como una amenaza aunque no lo sean realmente. Había aprendido eso de su padre. El hombre solía hablar con dobles intenciones la mayoría del tiempo, y él inevitablemente terminó aprendiendo a descubrir cuando lo estaba amenazando realmente y cuando no, y cómo usar la misma técnica en otras personas y a su favor. De todas maneras, no fue algo que le interesó aprender de él, pero a veces se encontraba a sí mismo repitiendo las acciones o reacciones de aquel hombre que tanto odió como si se las hubiese transmitido el lazo de sangre que los unía.

FEARLESS,      dylan o'brien.Where stories live. Discover now