• CAPÍTULO 5 •

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— ¿Tu padre dónde está?

— Debe de estar en el ministerio o si no, tiene que haber ido al cementerio a ver a sus padres.

— ¿Sólo tienes abuelos por parte de tu madre?

— Sí, mis otros abuelos murieron, creo que en la primera guerra. — señaló ella. — ¡Ah! Se me olvidaba, quiero pedirte algo.

Él frunció el ceño.

— ¿Qué sería?

— Es algo así como un favor.

— Está bien, te escucho.

— ¿Podrías evitar usar el término que tu sueles decir para referirte a los muggles y a los nacidos de ellos.? — preguntó Nina con precaución.

— ¿Qué? ¿Cuál? ¿Sangre sucia? — aclaró Draco.

—¡ Tshh!— chilló Nina. — A mamá, ni a papá les agrada eso, no les simpatiza la gente que tiene las creencias que tiene tu familia, así que.. ¿Podrías? — pidió la niña de manera torpe y suplicante.

Eso le llamó mucho la atención a Draco ya que él creía que referirse a ese término era algo normal.

— Bueno, lo haré por ti ¿Pero qué tiene de malo? En mi casa lo usan siempre.

— A mí no me dejan mencionarlo, mis padres dicen que es ofensivo. No quiero que después piensen que no es bueno que seamos amigos.

— ¿Crees que te prohiban juntarte conmigo por eso? — cuestionó el rubio, preocupado.

— No lo sé, pero quiero evitarlo.

— Me parece, no lo haré. Cuando veas que se me escapará, me pegas una patada por lo bajo.

— Hecho. — sonrió la muchacha. — Pues vamos, quiero aprovechar de enseñarte la casa.

Ambos pequeños salieron rumbo a las demás habitaciones. En casa de Nina había una sala donde sus padres solían tener reuniones y archivos importantes de lo que su trabajo implicaba, además también había una biblioteca muy grande, el lugar favorito de Nina, de toda la casa era su predilecto. La niña le enseñó a Draco que existían libros de magia y también libros muggles, novelas y cuentos. Él estaba muy intrigado, ya que jamás los había visto, en su casa sólo habían libros de pociones y sobre todo de artes oscuras.

Bajaron las escaleras y se quedaron por unos momentos en la cocina ayudando a Amelie a preparar algunos detalles de la cena. La señora Illich les dió como labor decorar la tartaleta con las frutas que ellos eligieran. Así que cuando estuvo horneada y enfriada ambos niños le colocaron frutillas sobre la crema pastelera. Draco jamás había ayudado en casa y le parecía que no era tan malo. Su padre solía decir que esa era labor de los elfos y si no, de las mujeres. Más él no lo encontró difícil ni agotador, pero decidió que lo omitiría al volver a casa.

De la cocina empezaron a salir aromas deliciosos. El niño se percató de que la madre de su amiga solía cocinar siempre ya que se percibía segura y muy a gusto en la labor de preparar la cena. A diferencia de su madre, a la cual le desagradaba bastante estar en dicha habitación. Cuando la cena estuvo preparada, sólo quedaba por esperar a John así para que pudieran servirse todos juntos.

Juramento Inquebrantable [Fred Weasley]Where stories live. Discover now