Una cama de plaza y media de madera oscura, del mismo tipo que el ropero, la cómoda y el escritorio que parece que pertenecen a un mismo juego, mas que se nota que no es nuevo, que tienen varios años, ocupan la estancia. La luz proviene de una lámpara en su mesa de luz, junto a ella hay varios libros que parecen novelas.

Desvío la mirada y la encuentro sentada en la cama, cruzada de piernas, mirando sus dedos. Su cara se ve pensativa, como si hubiera demasiadas cosas rondando su mente. Me acerco a ella y me arrodillo frente a la cama, agarrando sus manos entre las mías.

- ¿Serena, estás bien?

Un suspiro escapa de sus labios y cierra los ojos sacudiendo la cabeza, bajándola.

- Sí, tengo mucho en la cabeza, sin embargo, estoy bien.

- ¿Te hicieron algo?

- No estarían de pie si lo hubieran hecho.

Una sonrisa asoma en sus labios y alza un poco la mirada, fijando sus ojos en los míos. De manera inconsciente, estiro una mano hacia su rostro y acaricio su piel con suavidad, sintiendo cómo descansa su mejilla en mi palma. No es la primera vez que lo hago, ni tampoco ella, pareciera como si eso le afectara de alguna forma... Un contacto cariñoso...

Sus ojos tienen un brillo raro, como melancólico. Estamos muy cerca, casi puedo sentir su aliento cálido contra mis labios.

- Jefe, sería mejor que empecemos a llevarnos las cosas, se está haciendo tarde.

¡MALDICIÓN Y LA RE PUTA MADRE QUE LO PARIÓ! ¿Por qué demonios tienen que interrumpirme siempre que estoy a punto de sentir la suavidad de su carnosa boca? Empiezo a odiar a mis hermanos profundamente. Serena se separa de mí con rapidez y agarra las valijas que no había notado antes a los pies de su cama.

- Acá está la mayoría de mi ropa, el resto está en esa caja de ahí. Mis libros están metidos en el baúl que está dentro del ropero y el resto de mis cosas en las cajas bajo la cama. Siempre tengo todo lo más ordenado posible. Los muebles no son necesarios, no obstante, lo demás sí.

- De acuerdo, me llevo esto y mando a Death para que empiece a cargar las demás cosas con Thorns en la camioneta.

- Gracias.

Blood se va llevándose las valijas y yo me quedo viéndola. Es realmente muy hermosa, ¿por qué todo tiene que ser tan complicado con ella? Suspiro y me froto la cara, su mirada conecta con la mía por unos instantes, pero la aleja y creo ver el asomo de un rubor en sus mejillas.

- Bueno ya... Ya tendríamos que irnos.

- ¿Ah? ¡Ah sí! Vamos.

Me había quedado como idiota mirándola. Dios... tengo que manejar mejor mis divagues, pero es que la simple visión de ese suave color en su piel normalmente blanca y perfecta, me dejó todo burro e idiota.

Ella saca rápidamente los posters de las paredes, los hace un rollo que ata con una gomita elástica, agarra los pocos libros que no había guardado y estaban sobre la mesita y bajamos las escaleras.

Al llegar a la planta baja, mientras los chicos siguen subiendo por las cosas de Serena, nos encontramos con los padres y el hermano, sentados en el sillón de su living, quietos como estatuas, mientras Blood, Drácula y GPS, los vigilan parados a su al rededor con muy mala cara. Ninguno tiene un arma a la vista (aunque es más que obvio que tienen y más de una), mas no parecen necesitarlas, sus posturas y caras son incentivos más que suficientes para que no intenten nada.

Serena se para frente a ellos, deja el rollo de posters y los libros en el sillón que tiene al lado y los mira con una expresión que no logro descifrar.

El veneno de la Viuda Negra (Serie Veneno sobre ruedas I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora