El juicio

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Narras tú

Pasaron un par de días desde el accidente y recibí un Howler del ministerio diciendo que había sido expulsada de Hogwarts por el uso indebido de la magia siendo menor de edad, en presencia de un muggle.
Todos los periódicos hacían eco de la noticia e incluso algunos me tachaban de mentirosa por lo sucedido el año pasado en el torneo.

Mi padre estaba muy furioso, tanto que fue a hablar con mi tía Hermione al ministerio.
Mi humor estaba por el suelo porque no quería dejar de ir a la escuela, ya que era la única forma de estar con mis amigos.

Aquella mañana mi abuelo llegó a casa del trabajo y me abrazó.
-Tenemos una oportunidad para que vuelvas- dijo con una sonrisa.
-¿Qué tengo que hacer?- pregunté.
-Tendrás que asistir a un juicio- dijo él -Hermione será la que juzgará el caso. La vista es hoy a las 5-
-Esperemos que salga bien- dijo mi abuela -Albus está muy molesto-
-Es normal querida- dijo él antes de que se escuchase un portazo en la entrada y pasos muy fuertes al despacho de mi padre -vaya...-
-Voy a hablar con él- dije levantándome de la mesa.
-Cielo...- dijo mi abuela.
-Tranquila- dije con una suave sonrisa.

Rápidamente me dirigí al despacho de mi padre y toqué dos veces.

Pude escuchar el tono molesto de mi padre cediéndome el paso y yo entré lentamente.
El hombre estaba mirando por la ventana, contemplando el soleado paisaje con gesto de molestia.
-La abuela ya tiene la comida lista- hablé para recibir un leve sonido de afirmación que me dolía en lo más profundo del alma -Lo siento...-
-¿Qué?- dijo confuso.
-Siento haberte causado todos estos problemas -dije intentando contener las lágrimas -sólo quería proteger a Wendy, ni si quiera pensé en las consecuencias... lo siento mucho papá-
-Shhh- dijo para envolverme en sus brazos con suavidad -no estoy enfadado contigo pequeña. Has hecho lo correcto-
-¿Entonces?- dije quitándome lágrimas.
-Cosas del trabajo- respondió con una suave sonrisa -mañana después del juicio iremos a ver a Scorpius ¿Vale?-
-Vale- dije para abrazarle con fuerza -¿Sabes algo de mis amigos?-
-No- dijo besando mi cabello -pero pronto les verás-

Al terminar de comer decidí cambiarme de ropa, por lo que opté por unos vaqueros de color negro, una camisa morada y una americana negra con unas bailarinas negras.
Una vez bajé al salón, todos pusimos rumbo al ministerio a través de nuestra chimenea.

El ministerio estaba abarrotado de gente aquella tarde, los aviones de papel volaban de un lado a otro, la gente corría de un despacho a otro, los ascensores iban y venían... era una auténtica locura.
Nos dirigimos a uno de los ascensores donde mi padre saludó a un hombre que llevaba un pequeño escarbato en una caja.
-¿Venís por el juicio no?- dijo el hombre.
-Si- respondió mi padre con una suave sonrisa.
-Es increíble que hubiese dementores en esa zona- dijo sujetando la caja.
-Es un escarbato muy mono- dije con una sonrisa acariciando al animalito a través de un agujero.
-Tuvimos que requisarlo de un traficante- respondió el hombre -pronto volverá a su hábitat-
-Esta es nuestra planta- respondió mi abuela -hasta la vista Robert-
-Esperamos verte pronto por casa- sonrió mi abuelo.
-Hasta otro día- dijo el hombre cuando se cerraron las puertas.

Aquel pasillo era oscuro, cubierto por unos ladrillos prácticamente negros.

Dos voces familiares comenzaron a resonar en uno de los pasillos en el cual, cuando pasamos, estaban el señor Adler y mi tía hablando sobre la vista.
Un mal presentimiento comenzó a invadirme, pues mi tía parecía consternada por la situación.
Avanzamos un par de pasos y llegamos a una puerta con el pomo dorado.

Tragué saliva con fuerza y mi abuelo tomó mi mano.
-Yo estaré contigo- habló -yo le borré los recuerdos, por lo tanto soy testigo-
-Gracias abuelo- sonreí -no quiero estar sola-
-No te pongas nerviosa ¿Vale?- me abrazó Albus besando mi cabello -mantén la calma y todo saldrá bien-
-Si- dije correspondiéndole.
-Nos vemos a la salida- sonrió mi abuela besando mi mejilla.

Agarré el brazo de mi abuelo y entramos en la enorme sala.

Tomé asiento en una enorme silla que descansaba en el centro de la sala y mi abuelo justo detrás en una de las gradas que rodeaba el asiento.
Frente a mi había una enorme tribuna donde poco a poco comenzaron a sentarse muchas personas, a algunas las había visto alguna vez en las cenas que organizaban mi padre y mi abuelo de vez en cuando pero otras eran desconocidas.
Todos nos pusimos en pie cuando Hermione entró en la sala equipada con su túnica negra para tomar su puesto y una vez se sentó, todos hicimos lo mismo.

Abrió unos papeles y se puso unas pequeñas gafas.
-Acusada (T/N)_______ Potter- recitó la ministra -con los cargos del uso de la magia en menores de edad y el uso de la magia frente a un muggle. Abogado de la defensa nin...-
-Minerva McGonagall- retumbó una voz femenina que entraba en la sala y se ponía a mi lado.
-No contábamos con su asistencia profesora- sonrió mi tía con algo de cinismo.
-Ni yo con un juicio tan apresurado- respondió la directora dejando sin palabras a Hermione -¿De qué se acusa a la joven Potter?-
-La señorita Potter- habló Regina Franklin, una mujer rubia con aspecto muy serio pero encantadora cuando se la conocía -ha sido acusada de utilizar magia fuera de Hogwarts y nada menos que en presencia de un muggle-
-La señorita Potter- respondió la profesora -es una de las mejores alumnas de la escuela, jamás haría tal cosa si no hubiese un buen motivo-
-No lo tiene- habló una mujer muy fea con una falsa sonrisa y voz de pito.
-¡Claro que lo tengo!- exploté -¡Había dementores que intentaron atacarnos!-
-¿Dementores?- preguntó la señora Franklin de nuevo mientras todos se quedaban extrañados.
-Eran dos- respondí con sinceridad.
-¡Tonterías!- volvió a hablar la mujer con voz de pito -¡Se lo está inventando como lo del año pasado!-
-¡De eso nada!- protesté intentando levantarme pero la profesora McGonagall tomó mi mano para que mantuviera la compostura.
-Ya hay pruebas suficientes que demuestran que el regreso de Voldemort es evidente- habló la profesora -así que no voy a tolerar que se tache a mi alumna de mentirosa-

La magia de la deducción (Parte 5) (Sherlock Holmes y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora