El caluroso verano

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Narras tú

Aquel verano había sido terriblemente caluroso, tanto que apenas se podía salir de casa.
Las cartas de mis amigos habían sido prácticamente nulas y mi familia parecía esconder algún secreto.

Algunos fines de semana, trabajaba de canguro en casa de los Jordan para ganarme un dinero extra y poder comprarme unas botas nuevas para jugar al Quidditch, ya que mi padre siempre me cambiaba el dinero en galeones, sniquels y knuts.
Tenía que cuidar de una niña llamada Wendy, la cuál tenía 8 años y era un angelito.
Su cabello era negro como el carbón, sus ojos color miel y su piel tan blanca como la nieve.

Aquel sábado por la mañana tuve que ir a cuidar a la pequeña a su casa.
No tardé mucho en llegar, pues vivían a un par de manzanas de mi casa.
Al llegar la niña corrió a mis brazos con una enorme sonrisa.
-Hola Wendy- dije alzándola en mis brazos para estrujarla -¿Me has echado de menos?-
-Mucho- sonrió.
-Nosotros nos vamos- habló la Señora Jordan -si necesitas algo Jonathan está siempre con el móvil disponible-
-Si Emily- sonreí -¿Algo más que deba saber?-
-Con lo de siempre es suficiente- sonrió el señor Jordan -pórtate bien Wendy-
-Si papi- dijo ella para besar su mejilla.
-¡Que disfruten de la cena!- grité cuando el coche se alejaba -¿Qué quieres hacer hoy?-
-Vamos a jugar a los dragones- dijo ella corriendo a su dormitorio.
-Espera- reí para seguirla.

La pequeña tenía una imaginación extraordinaria, tanto que sus historias parecían casi reales.

Tan pronto jugaba a ser un enorme dragón escupe fuego, una ágil sirena o un pequeño duende escurridizo.
Lástima que la pequeña estaba totalmente ajena del mundo mágico, porque no tenía la menor duda que le habría encantado ver todas aquellas criaturas.

Tras una enorme tarde llena de juegos y risas, la noche comenzaba a caer.
Pedimos una pizza y patatas para las dos, pues el señor Jordan nos dejó dinero para la cena y nos pusimos a ver algunas películas de Disney.
-Tengo sueño- dijo la niña a las 11 mientras se frotaba los ojos suavemente.
-Ya es tarde- dije agarrándola en brazos para apagar la tele -venga vamos a la cama-
-¿Me vas a contar un cuento?- preguntó con una adormilada sonrisa.
-Claro- sonreí arropándola en su cama -¿Cuál quieres?-
-No terminaste de contarme el cuento de la chica y el dragón- dijo ella -íbamos cuando la perseguía por el bosque camino del campo de los juegos-
-Ah si- reí al recordar aquel momento -pues la muchacha aceleraba más y más, parecía que nunca iba a llegar a su destino. Casi podía oler el azufre del aliento de la enorme criatura que la acechaba hambrienta. Ya se escuchaban los gritos de sus compañeros, y el huevo brillaba con intensidad bajo el radiante sol. Cuando la chica puso su mano sobre el huevo...-

Pero la pequeña ya se había quedado profundamente dormida.

Besé su frente y fui al baño para refrescarme un poco la cara, pies el sueño también me estaba afectando.
De pronto el espejo comenzó a llenarse de escarcha y un frío gélido invadió la casa.
Pero... ¿Cómo podía ser que hubiese dementores aquí? Todo era tranquilo.

Un agudo grito se escuchó desde la habitación de Wendy.
Corrí como alma que lleva el diablo llamando a la pequeña, abrí la puerta y vi como un dementor abría la ventana desde fuera.
-¡Wendy ponte detrás de mí!- grité.

La niña estrujó mi cintura con fuerza mientras yo sacaba mi varita, la cual llevaba sujeta a mi cinturón.

Convoqué el hechizo Expecto Patronum ahuyentando a aquel ser de la casa y a otro que intentó volver a entrar.
Cerré la ventana y al darme la vuelta la pequeña me miraba atónita.
-Eres...- dijo la niña mirando mi varita -eres una bruja, una bruja de verdad-
-Wendy- dije para agarrar sus brazos con suavidad -no debes decírselo a nadie ¿Vale?-
-¿Entonces esas historias que me contabas eran de verdad?- preguntó emocionada.
-¡(T/N)______!- escuché la voz de mi abuelo.
-Mierda...- dije para meterla en la cama -no te muevas-
-Vale- dijo la niña cubriéndose con la manta para dormirse.

Bajé las escaleras a toda velocidad para ver a mi abuelo.

Su rostro estaba muy molesto y miraba mi varita con rabia.
La metí en el pantalón de nuevo y mi mirada se clavó en el suelo.
-Así que lo has hecho...- dijo seriamente -has usado la magia delante de la niña-
-¡Tuve que hacerlo!- protesté.
-Conoces las normas- dijo molesto -¡Sabes que no debes hacer magia fuera de la escuela!-
-¿Y dejar que los dementores le hiciesen daño?- hablé ofuscada.
-¿Qué?- respondió atónito -¿Cómo que dementores?-
-Había dos- hablé.
-Yo los vi- dijo Francis Warhol, el vecino de al lado -entraron por la ventana de la niña e intentaron atacarla-
-Tengo que desmemorizarla- dijo mi abuelo subiendo a su dormitorio donde dormía plácidamente la pequeña.
-Solo haz que parezca que entraron dos hombres- dije -no quiero que se olvide de que estuve con ella-
-De acuerdo- dijo él.

Dirigió su varita hacia la niña y giró su muñeca levemente haciendo que un brillo saliese de la punta.

Guardó su varita y se dispuso a salir de la casa con el vecino, cuando los Jordan se bajaron del coche muy asustados ante la presencia de los hombres en la casa.
-¿Qué ha pasado?- preguntó la señora asustada -¿Dónde está Wendy?-
-Tranquilos la niña está dormida- sonrió mi abuelo -dos hombres han intentado entrar en la casa pero mi nieta les ha ahuyentado-
-Ha sido muy valiente- dijo Warhol -estoy seguro que no volverán-
-Dios mío- respondió el señor Jordan -¿Tú estás bien (T/N)_____?-
-Perfectamente- sonreí con suavidad -pude reaccionar a tiempo-
-Gracias a Dios que estáis bien- me abrazó la mujer con fuerza -no se que habría pasado si tú no hubieses estado con ella esta noche-
-Será mejor que descanses- habló el señor Jordan -habrá sido una noche muy dura-

Asentí levemente y me subí al coche de mi abuelo llena de culpa, pues sabía perfectamente que aquello me traería muchos problemas.

La magia de la deducción (Parte 5) (Sherlock Holmes y tú)Where stories live. Discover now