42. Déjate llevar

Start from the beginning
                                    

—¡Pero yo no le correspondí como tú! —dijo por fin mirándome a los ojos. No me había dado cuenta de lo cerca que nos encontrábamos. Mi corazón comenzó a martillar dentro de mi pecho.

—¿Es que estás... celosa?

—¡¿Qué?! —preguntó, poniéndose colorada—. ¡Ni en tus sueños!

—¿Entonces por qué te pones así? —pregunté ahora mirando sus labios. Noté como Solae bajaba la guardia y se daba cuenta.

—¿Así cómo? —susurró.

—Así, celosa... —dije acercándome más.

—Yo no...

—Tú no... —alcancé a decir justo un instante antes de que nuestros labios se encontraran.

El simple contacto me hizo sentir una intensa descarga eléctrica que recorrió mi cuerpo por completo. Era muy diferente al beso que acababa de darme Trinidad. Era totalmente distinto a cualquier otra cosa que jamás hubiese sentido antes, a pesar de que solo presionábamos nuestras bocas con timidez. La besaba con cautela, aún inseguro, apenas moviendo mis labios contra los suyos.

Sentía la tensión de Solae, pero también su respiración acelerada. Por la sutileza de su reacción, no lograba descifrar lo que estaba pensando. No sabía si estaba aguantando por cumplir, si se estaba conteniendo o si esperaba algo más de mí, pero al menos me aliviaba que no opusiera resistencia.

De fondo se sentía una fuerte ovación, pero a la vez comenzaban a protestar que parecíamos niños de primaria y que por favor fuéramos más apasionados.

De pronto, sentí la boca de Solae entreabrirse. Indeciso, me atreví a introducir mi lengua lentamente dentro de ella. Solae la recibió entre sus labios y para mi sorpresa de a poco comenzó a corresponderme, entrelazándola con la suya, cada vez con mayor determinación. Mi corazón comenzó a latir tan de prisa que pensé que iba a explotar. Su aliento se sentía cálido y dulce, y recordé que esta vez, yo apenas había consumido alcohol. Lo que estaba sintiendo era real. Demasiado real y alucinante.

Relajé mis hombros y sin darme cuenta comencé a ignorar todo lo demás a nuestro alrededor. Pasé una mano por detrás de su cabello con la intención de acercarla más a mí, y sus manos me imitaron, aferrándose a mi cuello y acariciando mi rostro, mientras que nuestro beso comenzaba a cobrar mayor intensidad. Mi corazón se desbocaba mientras lo único que pensaba era en cómo había sido tan idiota, tan ciego de no darme cuenta antes... Besarla se sentía tan natural y tan ardiente al mismo tiempo que me resultaba imposible fingir que no lo estaba disfrutando... era imposible seguir fingiendo que no moría por estar con ella.

—¡Listo! Treinta segundos. —declaró Trinidad, cogiendo la botella.

Negándome a detenerme y en un acto de rebeldía pretendí hacerme el sordo, esperando resignado a que fuera Solae quien rompiera nuestro enlace; pero los segundos avanzaban y ella continuaba correspondiéndome como si no hubiese escuchado o quizás tan decidida como yo a romper las reglas del juego.

—Chicos, time's up! Ya se acabó el tiempo. —nos volvió a advertir Trinidad, esta vez más fuerte y claro.

Solae hizo una pausa, sin separarse aún de mí. Yo, expectante y sin querer abrir mis ojos, alcancé su mano y suavemente deslicé mi pulgar sobre su palma, acariciándola. Luego de eternos segundos de incertidumbre y cuándo creí que finalmente retrocedería, Solae emitió un suave gemido dentro de mi boca y reanudó el beso con una intensidad renovada.

La sangre bullía dentro de mí. ¿Estaba sintiendo Solae lo mismo que yo? ¿Me había recordado? Por ahora no tenía cómo saberlo, pero no importaba. Nada más importaba. La correspondí sin dudar, mientras llevaba mis manos hacia su cuello, bajando lentamente por sus hombros, hasta acariciar sus brazos descubiertos. Mis facultades mentales estaban nubladas por las sensaciones del momento y mi cuerpo solo respondía a ellas, mientras que Solae se aferraba más a mí, como si temiera dejarme escapar, a pesar de que yo no tenía planeado alejarme de su lado.

No me conoces, pero soy tu mejor amigo ¡En librerías!Where stories live. Discover now