—Y lo de los extraños se te pasará —le aseguró Cloe a Sanne —. Es más, lo primero que haré cuando hayas superado eso será conseguirte un novio.

—¿Tú? ¡Ja! No, gracias. Estoy bien así —se negó Sanne.

— ¿Por qué no? Creó que podría ser muy buena casamentera —aseguró la margarita anoréxica.

—Sigue soñando —carcajeó Dalia —. Tú serás casamentera el día que yo me atreva a usar un bikini en público.

—¡Trató hecho! —exclamó la rubia teñida.

Sanne negó con la cabeza divertida, al parecer Cloe si se había tomado su papel muy en serio. En cuanto a su mejoría, todo lo que había dicho era cierto. Margaret la había ayudado tanto que comenzaba a entender las diferencias entre comer sano y obsesionarse con la comida sana. Finalmente veía sus errores y, lo mejor de todo, era que había recuperado su intuición a la hora de comer. Ahora si podía decir cuándo fue la última vez que sintió hambre.

—A ver, Cloe —la doctora Wallace tomó el relevo —. Aún no hay una mejoría notoria en tu salud, pero sé que estás comiendo un poco más ¿No es así?

—Dejé que Derek me preparara una tarta de chocolate —le informó —. Comí menos de un pedazo, pero es un inicio.

—Exacto, vas bien, querida —aseguró Ume con una sonrisa —. ¿Y qué tal con tus miedos? ¿Todo bien?

—Si se refiere a ser igual a Eve, eso está superado. Aún detesto verme en el espejo, pero, igual que Sanne, asisto a sesiones de terapia con Margaret. Ahí permito que su sabiduría de Yoda me ilumine.

Las dos doctoras y la estudiante de nutrición soltaron una carcajada sonora ante el comentario de Cloe. Bien, ella estaba poniendo de su parte para mejorar. No sería sencillo, pues hacía poco que había admitido que tenía anorexia, pero tuvo un buen inicio y las doctoras esperaban que siguiera mejorando. Además, el simple hecho de que ella estuviera ahí presente ya era un logro demasiado grande.

—Bien, vayamos con Lilian —continuó Margaret.

Lilian rodó los ojos. Si bien toleraba a Margaret, parte de ella seguía odiándola por ser lo que era: una doctora. No importaba que tanto tratara, siempre la vería con desconfianza. Los doctores son personas entrometidas, y ella no quería que nadie se metiera en su vida. Una mirada llena de sorpresa se apoderó del rostro de Jade al ver las anotaciones que tenía sobre Lilian. Llamó a su madre y a su tía Ume para que vieran lo que ella estaba observando y el mismo rostro de sorpresa se instaló en las dos doctoras. Las margaritas se miraron entre ellas, ¿eso era bueno o malo?

—Lilian, querida —habló Ume —. Si no te molesta la pregunta, ¿cuándo fue la última vez que vomitaste?

Por supuesto que sí molestaba la pregunta, pero la había respondido las últimas veces así que no se podría librar de ello. Sacó la cuenta y pronto notó que algo andaba mal. Utilizó sus dedos para ver si estaba en lo correcto y ella misma quedó sorprendida ante la respuesta.

—Hace un mes...—soltó con sorpresa.

—¿Y eso es bueno? —preguntó Dalia confundida.

—¡Muy bueno! —exclamó Jade —. La última vez que nos vimos, antes de que ella se enojara y se fuera, nos dijo que se purgaba a diario, incluso dos veces al día.

—Por eso es tan delgada, además de que mantuvo su peso luego del episodio que sé que no te gusta que mencione, así que no lo diré —dijo Ume, acercándose hasta Lilian para dedicarle una sonrisa —. No era natural la cantidad de veces que se purgaba y está disminución es un gran avance.

Margaritas || P.E #1Where stories live. Discover now