Se le había olvidado configurar su alarma ya que usualmente esperaba que su ruidoso compañero de habitación comenzara a moverse por el apartamento para levantarse él mismo cada día. Pero lo que lo despertó ese día fue el aroma de la comida. El delicioso olor hizo que su estómago gruñera tan fuerte que estaba seguro que se escuchó en la otra habitación.

Aún medio dormido, caminó siguiendo su olfato hacia el aroma tan tentador solo para descubrir que era su propia cocina, lo que era raro ya que su refrigerador y alacena estaban casi vacíos. En realidad ese era su estado normal, puesto que casi nunca cocinaban allí. Para aumentar su sorpresa aún más, el responsable de hacer que la cocina y todo el apartamento olieran tan bien no era otro sino su vecino de enfrente. Aquellos ojos azules se giraron hacia él completamente inexpresivos, haciéndo que recordara el incidente de horas antes. Mientras encontraba la mejor manera de saludar a Haru, él simplemente le dijo. —Buenos días.

—Eh... buenos días, Haru. ¿Q-qué estás haciendo?

—Dijiste que querías el desayuno. Estoy pagando mi deuda.

Makoto estaba de verdad sorprendido de que se lo tomara en serio. —¿Qué! Yo... ¡Sólo era una broma!

—Quería agradecerte —le dió un vistazo y casi fue como si suplicara que aceptara su oferta.

Makoto suspiró. No estaba seguro por qué tenía debilidad por los ojos de Haru. Le parecían tan hermosos. —Bueno, supongo que está bien si te sientes mejor de esa forma, pero no tenía comida por aquí, ¿de dónde sacaste esto? Creo que ni siquiera tenía aceite.

—De mi apartamento. Tu cocina está completamente vacía, necesitas ir al supermercado.

No pudo evitar reírse ante la apreciación de su invitado. Era vergonzoso, pero tenía que admitir su debilidad. —No puedo cocinar ni un poco. Bueno, puedo hervir huevos y papas, pero supongo que comer solo eso sería malo.

—¿Dónde comes? —su voz parecía tener algo de curiosidad, pero era un poco difícil descifrar con ese tono tan monótono con el que Haru hablaba.

—Uhm... usualmente en la universidad. Mi compañero trabaja en un restaurante, así que trae algunas sobras o su novia viene y cocina para nosotros.

Haru permaneció silencioso.

—En cambio tú tienes bastante habilidad con esto —dijo acercándose a ver qué era lo que preparaba y añadió riendo— Supongo que no tienes problemas para comer en casa. ¿Cuándo aprendiste?

—Estaba en secundaria. En el internado donde vivía nos dividían en grupos y por turnos debíamos preparar el almuerzo para todos los chicos.

—¿Internado? —murmuró sin pensarlo. No tenía la intención de inmiscuirse, pero la pregunta rebasó su prudencia, aunque Haru no se inmutó ni cuando respondió.

—Mis padres murieron cuando era pequeño. Viví allí hasta que llegué al bachillerato, y desde entonces he vivido por mi cuenta.

—¡Ah! Lo siento, no era mi intención... —se hizo un silencio un poco incómodo, por lo que añadió– Debe ser un poco solitario.

—No realmente —concluyó completamente inafectado. La comida estaba lista y Haru le indicó que fuera a lavarse antes de comer. —Pondré la comida en la mesa mientras haces eso. No tardes.

—¡Ah! Si, gracias.

Makoto se apresuró al lavabo, apenas notando su cabello alborotado por la almohada y su horrible vestuario. Haru estaba correctamente vestido y con un delantal para proteger sus ropas, cuán vergonzoso de su parte el presentarse con la camiseta más vieja que poseía y su ropa interior.

Cada día te siento más cercaWhere stories live. Discover now