—Perdón —se disculpó brevemente, sintiéndose bastante culpable.

—Está bien. Oh, ¿pero qué haces aquí afuera? ¿Te quedaste fuera de tu apartamento?

El joven se acercó a él unos cuantos pasos, permitiéndole a Haru contemplar con más claridad su rostro. Nunca se habían encontrado, estaba seguro que recordaría esos brillantes y hermosos ojos verdes que sonreían aún más que sus labios. Era como si esos ojos fueran capaces de ver su alma, revelando todos sus secretos, y eso provocó que se sintiera expuesto y vulnerable.

—No —logró responder, desviando la mirada—. Mi compañero de habitación... es demasiado ruidoso cuando el novio está de visita.

El joven dejó salir una risita cerrando sus ojos y ladeando un poco la cabeza. —Sé de lo que hablas. Mi compañero es bastante ruidoso, no solo cuando está con su novia sino todo el tiempo, no importa la actividad que esté haciendo, pero al menos me deja dormir. Oh, no me he presentado. Mi nombre es Tachibana Makoto, encantado de conocerte. —Hizo correctamente la reverencia, dándole pie a que también se presentara.

—Nanase Haruka. Gusto de conocerte —contestó con timidez. A tiempo, Makoto bostezó fuertemente, lo que le permitió ampliar un poco la conversación. —Ya pasan de las dos de la mañana, ¿qué haces fuera del edificio?

—Oh, tuve que conducir a mi compañero al aeropuerto. —Sus ojos se iluminaron tras decir esto— ¡Cierto! Podrías quedarte en mi apartamento. Él va a estar fuera por al menos un mes y no creo que le importe. Además, acabo de limpiar su habitación y cambié la ropa de cama porque mis hermanos van a venir de visita la próxima semana.

Haru solo lo observaba en silencio, como si le hubiera ofrecido un vaso de agua en el desierto, pero Makoto no interpretó su silencio en esa forma, añadiendo después en un tono apenado: —Eh... espero que no haya sonado demasiado raro ya que acabamos de conocernos, pero parece que necesitas una cama con bastante urgencia.

Sí, probablemente no era la decisión más sensata ir al apartamento de un perfecto extraño en medio de la noche, pero Haru estaba demasiado cansado para desconfiar de esa sonrisa. —Eso estaría bien.

—¿De verdad? Entonces ven conmigo, Nanase-kun.

—Haru —corrigió.

—¿Eh?

—Puedes llamarme Haru.

Haru pensaba que solo un ángel podía sonreír tan adorablemente a las dos de la mañana mientras evidentemente intentaba contener otro bostezo. —Entonces tú puedes llamarme Makoto.

—De acuerdo. Gracias, Makoto.

............

La tenue luz de los focos de la calle y la luna le daban a los ojos azules de Haru un brillo especial, como dos gotas de agua bailando en la amable y somnolienta cara de su vecino. La primera impresión no fue muy buena, pero todo miedo inicial se disipó cuando vio esos ojos. Le recordaban mucho a la forma en que un gatito abandonado le suplicó una vez que no lo dejara fuera bajo la lluvia.

Haru lo siguió sin protestas. Seguramente invitar a alguien que acabas de conocer a quedarse en tu casa no era la cosa más segura por hacer, pero el chico parecía que necesitaba aprovechar de unas cuantas horas –o tal vez días– de sueño.

—Esta es la habitación —dijo frente a la puerta del cuarto– No te preocupes por nada, solo ve a dormir ya.

—Muchas gracias. —Su voz sonaba como si se estuviera forzando a ser educado, pero estaba demasiado cansado para tener éxito.

—Está bien. Puedes cocinarme el desayuno en la mañana como paga —se rió moviendo las manos frente a él— Es broma. Duerme bien, Haru.

Dejó a su compañero de apartamento temporal para que pudiera dormir y se dirigió a su propia habitación, quitándose el suéter ligero y el pants que usó sobre la camiseta y boxer que usaba para dormir, y se trepó a su cama en la que estuvo hasta tres horas antes. Aún habiéndose ido a la cama más temprano anticipando su viaje, se sentía demasiado cansado para seguir moviéndose y casi en el momento que su cabeza tocó la almohada, se quedó dormido.

Cada día te siento más cercaWhere stories live. Discover now