38. Gran hermano

Beginne am Anfang
                                    

—¿Que yo qué?! ¡¿Que le acariciaba el pelo?! —pregunté muriendo internamente de la vergüenza. No recordaba haber hecho algo así, en absoluto.

—¡Ay sí! Ojalá te hubiese grabado haciéndolo, ¡eras tan tierno! Y hasta le decías que lo tenía muy lindo. Pero después, quién sabe por qué, empezó a llevarlo siempre amarrado. —dijo pensativa, echándole mermelada a su pan tostado.

Definitivamente no recordaba haberle ido tocando el pelo a Solae, pero sí de pronto tuve el recuerdo de haberle dicho en más de una oportunidad que su cabello estaba siempre muy desordenado y que mi comentario no le agradara demasiado...

—Me alegro que de nuevo decidiera llevarlo suelto. Lo tiene hermoso y le viene perfecto a su look tan femenino. Me gustó mucho también su último vestido floreado... —agregó.

Escupí un chorro de café.

—¿¡Cómo es que la viste!? —pregunté sobresaltado. Sabía que mi madre hacía bastante tiempo no se encontraba con Solae y eso debió haber sido antes de que Anton le borrara su memoria, y la única vez que la vi con vestido floreado recientemente, fue durante la fiesta que hice a escondidas en la casa. La miré con sospecha, pero se limitó a darle un sorbo a su tazón de café, mirando hacia otro lado. Con miedo comencé a mirar hacia las paredes y hacia el techo en busca de alguna cámara oculta.

—Que no esté presente no significa que no me preocupe por la seguridad de mis hijos. —me sonrió, encogiéndose de hombros a modo de disculpas.

—¿¡Es que en verdad pusiste cámaras!? —pregunté incrédulo y totalmente aturdido.

—¿Pues qué esperabas, pollito? ¿Acaso me crees tan mala madre como para dejarlos solos en la casa sin seguridad alguna? Tengo una aplicación muy buena para monitorear los sectores más vulnerables de la casa...

¡No podía creer a mi madre! Recordé la junta que organicé en mi casa la semana anterior y todo el alcohol que había sacado sin permiso...  haber bailado con Solae y haber estado a punto de...

SHIT! ¡Quería matarme! Estaba seguro que ni Paula sospechaba de que estábamos siendo espiados en nuestra casa ¡por nuestra propia progenitora!

—Entonces... —pregunté con miedo, ocultando la cara entre mis manos.

—Sip. Lo vi todo. —admitió sin ninguna vergüenza—. Y también vi cómo ese otro chico rubio te lo arruinó todo con Solae, en la pequeña e inocente junta que organizaste en mi ausencia...

Comencé a hundirme lentamente en mi asiento sin saber qué responder. No quería ni imaginar qué otras cosas había visto mi madre. Oh-my-God. Si Paula era cotilla, ahora sabía de quién lo había heredado.

—No te sientas tan mal. No estoy enojada por lo que hiciste. Además fui yo quien procuré que tuvieras harto alcohol para atender bien a tus amigos. Aunque debo admitir que pensé que serían más. —se rió—. Me alegro que mordieras la carnada de "no vayas a hacer ninguna fiesta en mi ausencia" Siempre funciona. —dijo riéndose.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Paula aún medio dormida uniéndose de pronto a la conversación. Nunca supe en qué momento había entrado a la cocina. No esperaba verla de nuevo tan temprano.

—¡Absolutamente nada! —gruñí, aún hundido en mi asiento. «Es solo que nuestra madre nos ha estado espiando a través de cámaras ocultas por toda la casa.» me hubiera gustado decirle, pero rápidamente comprendí que era el tipo de información que me convenía mantener en secreto para usarla en mi favor si resultaba necesario.

—Aún no me respondes si irás a la fiesta con Solae, pollito. —insistió mi madre, luego de saludar a mi hermana, quien tras buscar un plato y tazas para ella, se sentó con nosotros.

No me conoces, pero soy tu mejor amigo ¡En librerías!Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt