Acto Tercero

1.1K 24 1
                                    

ESCENA I

Palacio de Forres

BANQUO, MACBETH, UN CRIADO Y DOS SICARIOS

BANQUO. - (solo) Ya eres rey, Macbeth, y señor de Glamis y de Cáudor. Está cumplido en todas sus partes el vaticinio de las hechiceras, pero ¿quién sabe si la traición te habrá allanado el camino? Ni ha de quedar el cetro en tu linaje Si es verdad lo que nos dijeron, reyes han de ser mis hijos. ¿Por qué los oráculos que fueron veraces contigo no han de ser también propicios a mi ambición? Pero disimulemos.

MACBETH. - Ya tenemos aquí a nuestro principal convidado.

LADY MACBETH. - Grande hubiera sido su falta en el banquete.

MACBETH. - Te convido a un gran festín que he de dar esta noche.

BANQUO. - Vuestra Majestad puede mandarme, en vez de convidarme. Mi voluntad está indisolublemente unida a la vuestra.

MACBETH. - ¿Sales a caballo esta tarde?

BANQUO. - Sí .

MACBETH. - Si no, podrías ayudarme con tu consejo en la junta de esta tarde. Mañana será. ¿Vas lejos?

BANQUO. - Pasearé hasta la hora de cenar. Si mi caballo no aprieta el peso, pediré prestadas a la noche una o dos horas.

MACBETH. - No faltes.

BANQUO. - No faltaré.

MACBETH. - Tengo nuevas de que mis revoltosos deudos están refugiados en Inglaterra y en Irlanda. No confiesan su parricidio, y divulgan contra mi horrendas acusaciones. Mañana hablaremos de esto, cuando nos juntemos a tratar de otros negocios. Ahora, a caballo. Hasta luego. ¿Te acompaña tu hijo?

BANQUO. - Sí, y vendrá pronto, porque ya es hora.

MACBETH. - Dios guíe con bien vuestros caballos y os vuelva pronto. Hasta la noche. (Vase Banquo). Vosotros haced lo que queráis hasta las siete. Vuestra compañía me será más grata a la hora de cenar, si en este momento me dejáis solo. Adiós, mis caballeros.

(Vanse todos)

MACBETH. - (A un criado). ¿Me esperan ya esos hombres?

CRIADO. - Están a la puerta de palacio.

MACBETH. - Diles que entren. (Se va el criado). ¿De qué me sirve el poder sin la seguridad? Banquo es mi amenaza perpetua: su altiva condición me infunde miedo. Junta a su valor el ingenio y la prudencia. Me reconozco inferior a él como Marco Antonio a César. Él fue quien se atrevió a dirigir la palabra a las brujas cuando me aclamaron Rey, y a preguntarlas por su suerte futura, y ellas con fatídica voz le contestaron: «Tus hijos serán reyes». A mí me otorgan una corona estéril, un cetro irrisorio, que no pasará a mis hijos sino a los de un extraño. Yo vendré a ser el bienhechor de la familia de Banquo. Por servirla asesiné al Rey Duncan, y llené de hiel el cáliz de mi vida; y vendí al diablo el tesoro de mi alma. ¡Todo para hacer reyes a los hijos de Banquo! ¡Fatal destino mío, sálvame: lidia por mí esta batalla! ¿Quién es? (Entran los sicarios). (Al criado). Espera a la puerta hasta que llame. (Vase el criado). (A los sicarios). Ya oísteis ayer lo que deseo.

SICARIO 1.º. - Sí, rey.

MACBETH. - ¿Habéis pensado bien lo que os dije? Él y no yo ha sido hasta ahora la causa de vuestros males. Ya os expliqué cómo se había burlado de vosotros: quiénes le ayudaron. En suma el más necio hubiera podido decir: «Tuvo la culpa Banquo.»

SICARIO 2.º. - Verdad es lo que dices.

MACBETH. - Y añado más, y vengo al objeto de este coloquio. ¿Hasta cuándo durará vuestra paciencia? ¿Manda el Evangelio que recéis a Dios por ese hombre y por su linaje, cuando os está empobreciendo y esquilmando y os tiene casi a punto de muerte?

Macbeth [Shakespeare]Where stories live. Discover now