Capitulo siete: Cada vez peor (Parte I)

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                                                       Monett

No sé cuantas semanas habrán pasado soportando este dolor, esta tortura al enterarme de que mi hija Meritatón había tenido una hija de su padre, de mi esposo, de mi Akhenatón. Las palabras de mi padre se hicieron realidad; sin embargo, el aún insiste de que siempre seré la única mujer de su vida, y que no intentaría caer nuevamente en las tentaciones de tener un heredero al trono, lo cual me parece algo poco creíble. Si cayó una vez ¿porqué no otra?

No le había dirigido la palabra en todo este tiempo, y ahora volvería hacerlo ya que, según él, tiene algo importante que contarme y que nos beneficiaría a ambos, sobretodo al reinado y a nuestra familia. Tenía entendido que ese algo era alguien, y que mejor para marcar presencia que utilizar mis mejores vestimentas.

Utilicé mi vestido blanco que cae de forma recta hasta mis talones dejando un hombro al descubierto, acompañado de enorme collar bañado en oro y piedras preciosas. Tomé mi corona real y la coloqué sobre mi cabeza afeitada.

Me observé por unos segundos en el reflejo del agua antes de marchar, algo no andaba bien.

Sentía una inseguridad en mi interior, una intuición que me decía que la noticia que recibiría hoy día no me beneficiaría a mí, tal vez al resto de la gente, pero aquello no me correspondía de ninguna manera. Eso era un problema: si no me favorecía a mi en algún punto, nadie podrá disfrutarlo.

Puede que el poder se haya adueñado de mi cuerpo y alma, pero no mostraré debilidad ante pequeños obstáculos, que por algo mi Dios, lo ha expuesto para superarlo.

 

Caminaba a paso firme por los pasillos del palacio. Mantuve mi mirada fija en aquella puerta dorada que tenía en frente. Tomé aire y lo exhalé por mis labios, los nervios no iban a ganar esta batalla de inseguridad. Con mi mano empujé la puerta dejando pasar los rayos del atardecer. No debo mostrarme débil, debo lucir fuerte.

—La bella ha llegado —exclamó mi esposo.

Respondí a su comentario con una sonrisa que no me llegó a los ojos, una torcida y falsa sonrisa que él no notó. Me acerqué, me recibió con un abrazo y depositó un cálido beso en mi sien. Frente mío se encontraba mi hija Meritatón y un hombre mayor que ella, bastante atractivo con su cuerpo poco trabajado que era tapado con su túnica. Fue inevitable no analizarlo de pies a cabeza: Su calvicie brillaba con la luz del escaso sol que había, una tez morena y unos potentes ojos negros que imposibilitaban la visibilidad de su pupila. Una nariz recta y poco gruesa que finalizaba en sus finos labios. Un mentón delicado que se ocultaba ante esa morena piel que era tan característica entre todos nosotros.

—Le presento a mi hermosa esposa, mi mano derecha y mi reemplazante en el mando, Nefertiti —dijo Akhenatón con ademán. El hombre cuyo nombre es un misterio para mi hizo una reverencia mostrando sus blanquecinos dientes.

—Es increíble lo que los rumores llegan a contar, mis dioses —habló él con una voz gruesa—. Me habían relatado de tal belleza, pero me doy cuenta que he sido engañado. Usted es mucho más bella de lo que las lenguas hablan.

—Gracias —contesté con una sonrisa desganada—. Disculpe, ¿quién es usted?

—Mi vida, te presento el futuro esposo de Meritatón, Smenjkara —dijo señalándolo con la mano—. De ahora en adelante él será mi corregente hasta que aparezca un heredero varón 

Secretos en Amarna (FDLA #2) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora