CAPÍTULO 3: Presentaciones

236 42 63
                                    


Resultó bastante fácil subir con una soga atada a la cintura, me sentía bastante ligero con cada paso que ascendía. El peñasco era más que amigable con mis inexpertas habilidades alpinistas. Aunque para ser justos, el hecho de que hubiera alguien jalando desde el otro extremo ayudó bastante.

—Pensé que no lo lograrían a tiempo. Los preparativos están casi terminados, Ouis estaba preguntando por ti y de cuando llegaría el nuevo romanza. —Le escuché decir a quien por sus quejidos al hablar, supuse era quien ejercía fuerza del otro extremo ayudándome a subir.

—Debe estar muy ansioso si vino a preguntar personalmente —dijo mi acompañante, mientras se asomaba al borde del acantilado para ver mi progreso, y luego formar una visera con su mano para dar un último vistazo al agujero de donde salimos.

Se estaba ocultando el sol y la penumbra estaba cerca de invadir el Hospital junto con todo lo que quedaba abajo. Fue ahí cuando me percate del sol en sí e hice memoria sobre lo que había vivido.

Con tanta conversación sobre el tiempo ya no estaba seguro de cuanto estuve encerrado en ese cuarto blanco sin ventanas: Cuando salimos por primera vez de la habitación era de noche, no obstante, la segunda vez cuando caminamos a las colinas, era de día.

Solo ahora caía en la cuenta de que, después de mi reingreso a esa habitación hasta ahora que salía de ese hoyo, al menos en términos generales, estaba seguro que había transcurrido un día. Para mí fue importante, era mi primero de lo que tenía memoria. Al menos el primer día que sabía con certeza que había transcurrido.

—No, por supuesto que no -continuó la voz masculina—. Envió un susurro brillante preguntando por ti, con todo lo que está pasando, de ninguna forma iba a venir en persona.

—Me lo imaginé, aunque me hubiera gustado que estuviera cerca, no me queda mucho tiempo y tengo mis propios preparativos que atender.

Alcancé la cima justo para verla de espaldas mientras se hacía una trenza en el pelo.

Junto a ella estaba un joven, bastante alto y flacucho; de pelo rubio. Vestía una remera con capucha y unos jeans azul claro. Su teñida era a primera vista normal, pero me desconcertó ver que su calzado eran unas botas gris metálico que al dar unos pasos, sonaron como genuinas botas de una armadura.

—Vaya míralo, que no se demoró tanto. Llego casi al mismo tiempo que tú —dijo el chico, y ella se volteó a verme mientras terminaba de fijarse el cabello.

—Él te tenía a ti jalando del otro extremo —escuché refunfuñar a la pelirroja a lo lejos.

El joven se acercó de forma amigable extendiendo su mano derecha la cual estreché sin mayor recelo.

Mi nombre es Kurt Balzamá, pero puedes llamarme Zam. —Mientras se presentaba procuró de modular ampliamente su nombre y comenzó a desenredar la cuerda en mi cintura.

—Ehm, mi nombre es... —Giré mi cabeza hacia la muchacha—. ¿Rom?

—Eres un romanza, eso lo sé -se apresuró a decir Kurt—. Que maleducado de mi parte presentarme con mi nombre tan desatendidamente, cuando sé que no tienes uno propio.

—Yo le digo Rom y le sienta bien, al menos hasta que platique con Rakkar —agregó ella.

—Pero Li--. —La chica rápidamente interrumpió a Kurt y le cerró los labios con un movimiento brusco.

—Basta de presentaciones, nos está esperando y ya estoy ansiosa por dejar este agujero atrás, estos sitios siempre me dan escalofríos.

Analicé mis alrededores para saber a qué se debía su comentario y noté que sin importar a donde mirara, lo único que podía observar a excepción de mis acompañantes, era un desierto llano y árido. Lo más curioso es que sin importar cuánto agudizara la vista, en el horizonte no podía ver ni siquiera un pequeño rastro de una montaña, una erosión natural o un volcán, nada. Era plano como un océano de tierra.

Noùm'Vará: El Alma Portadora de Universos.Where stories live. Discover now