━ 𝐗: No lo tomes por costumbre

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—¿Cómo sino iba a salvarte? —bromeó, encogiéndose de hombros con naturalidad.

Al oírlo, Drasil también sonrió, para después darle un toquecito en el brazo con el umbo de su escudo. Acto seguido, ambas volvieron la vista al frente, justo a tiempo para presenciar cómo una implacable Lagertha daba la orden de que se iniciara el asalto.

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Como una manada de lobos hambrientos, los guerreros y las skjaldmö que estaban al servicio de la condesa echaron a correr hacia el corazón de la capital, sembrando el miedo y el caos entre los aldeanos, quienes, al percatarse de que estaban siendo atacados, no pudieron evitar dejarse llevar por el pánico.

Las piernas de Drasil se movían con agilidad y precisión, esquivando cada obstáculo que se interponía en su camino. A su alrededor podía escuchar los gritos y las súplicas de los habitantes de Kattegat, al igual que los berridos de los animales que había sueltos por el perímetro.

Eivør la seguía muy de cerca, aunque no le quedó más remedio que rezagarse cuando un beligerante del bando contrario le cortó el paso. Por suerte, la morena logró deshacerse de él antes de que la figura de Drasil desapareciera de su campo de visión. Bastaron un par de embistes con su broquel y una estocada para que su adversario se desplomara sobre un enorme charco de sangre.

Drasil, por su parte, pasó junto a un grupo de mujeres que hacía todo lo posible para mantener a sus respectivos hijos a salvo y arrolló a una escudera que amagó con rebanarle la cabeza de un tajo. Se agachó, sorteando la mortal arremetida, y deslizó linealmente su arma, causándole a su contrincante un corte bastante profundo en el muslo derecho. La skjaldmö dejó escapar un bramido de dolor, justo antes de que la espada de Drasil perforara su pecho, matándola en el acto.

Entretanto, no muy lejos de allí, Lagertha y Kaia socorrían a Astrid, a quien habían despojado de sus armas y, por tanto, dejado completamente indefensa

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Entretanto, no muy lejos de allí, Lagertha y Kaia socorrían a Astrid, a quien habían despojado de sus armas y, por tanto, dejado completamente indefensa. La rubia no lo dudó a la hora de acabar con el hombre con el que estaba forcejeando su pupila, mientras La Imbatible derribaba a otro que había aprovechado la inminente oportunidad para acercárseles por la espalda.

En cuanto Astrid recuperó la verticalidad, junto con su espada y su escudo, las tres mujeres reanudaron la carrera, aniquilando a todo aquel que osaba enfrentarse a ellas y dejando a su paso un espeluznante reguero de sangre, vísceras y miembros mutilados.

El plan que Lagertha y Kaia habían urdido, tras meses y meses de fríos cálculos, estaba saliendo según lo previsto. Mientras ellos asaltaban la periferia norte, acaparando la atención de todos los acólitos de Aslaug, otro grupo de guerreros se acercaba por la costa, preparado para desembarcar en el muelle y flanquear la zona sur.

Esa era la ventaja que los llevaría directos a la victoria. El factor sorpresa que privaría a los soldados de esa maldita bruja de la posibilidad de vencerles.

 El factor sorpresa que privaría a los soldados de esa maldita bruja de la posibilidad de vencerles

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