Capítulo 3 . Que Ra nos perdone

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El palacio luchaba contra la oscuridad de la noche. Mientras el corazón de su padre era pesado antes de entrar a la segunda vida, su espíritu daba sus últimas vueltas por el que alguna vez fue su hogar. El sonido de los camellos retumbaba en las paredes, murmullos y el chisquido de las armas de los guardias al caminar. Vaya noche.

Las puertas fueron abiertas de par en par. El espíritu de su padre debía dar su recorrido de despedida a su hermosa ciudad. Menfis dormía ingenua de la tragedia que acababa de suceder. El faraón había muerto en medio de la noche. Su líder se desvaneció mientras soñaban.

-Dormirán en recamaras separadas hasta la fecha de la boda- Su madre caminaba a su lado a paso apresurado. Su mascullida voz lo sacó de su transe.-Mañana será tu coronación y el día siguiente la Gran Sacerdotiza los casará dentro del palacio. La tradición dicta 7 días de fiesta. Los mismos de la fertilidad de la mujer. El pueblo entero rezaremos por un heredero al primer preñamiento.

Las puertas del gran salón principal fueron abiertas y todos los guardias en turno se arrodillaron rápidamente. Por primera vez saludaban a su nuevo faraón.

-Cleopatra no podrá sentarce a tu lado en tu coronación. Yo ocuparé ese lugar hasta que ustedes se casen. Es poco común que un faraón llegue soltero al trono. La Gran Sacerdotiza pedirá perdón a Rá por tí, no te preocupes.- Su padre había muerto repentinamente, desde el final de la guerra contra los persas su fuerza había empezado a desbanecerse. La guerra trae gloria pero se lleva todo lo demás.

-Entonces que nos casen hoy mismo.- La mujer frenó bruscamente y mirandolo a los ojos le respondió.

-El pueblo debe ver tú boda, Harsés. Los dioses mandarán plagas sí no pedimos su bendición antes. Hay que sacrificar a los corderos aún.

Boda. Palabra mágica llena de promesas y muchas más responsabilidades. Pronto, Harry habría de casarce con alguien a quien nunca había conocido. Tendría que reinar como sí nada hubiese pasado.

Generalmete, se eligen las esposas de los faraones dentro del círculo de la madre. Hijas tiernas de guerreros, sacerdotes y altos funcionarios que viven en el palacio acompañando a la esposa del entonces faraón mientras aprenden a pintar, rezar y bailar.
Esto con tal de ayudar al siguiente monarca a elegir una compañera con la cual compagine. Pero al parecer, en el caso de Harry, no sucedería tal cosa.

Su padre había elegido a la hija del gobernador de Alejandría, su prima lejana.

Ramsés, únicamente había tenido hermanas, dejándolo en gran apuro al necesitar que ubicar un mandatario de confianza en la segunda ciudad más importante de su reino, por ello, decidió otorgar a su primo Anaris, la responsabilidad de Alejandría, quien por veinte años cumplía exitosamente su misión y educaba rigurosamente a su hijo Limbaf para servir a Harsés como él había servido a su difunto padre.

Harsés [A.U]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora