Parte 1: el comienzo.

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Si tuviera que empezar contando todo desde el principio, olvidaría mas de la mitad de las cosas. Y por el simple hecho de que no sé cuando comenzó todo, no se exactamente la causa de mi gran consecuencia... y es que pura verdad es ésta. Soy bulimica desde que tengo uso de la razón (si es que tener este trastorno es hacer tener uso de la razón). Serán aproximadamente 5 años que el Señor Vomito visita mi boca y juega con mi lengua. Ni hablar de los dedos, son los primeros en llegar a la fiesta. De vez en cuando se ausentan por causas desconocidas y en su reemplazo, Mr. Cepillo de Dientes baila en mi boca.

Así trascurren mis días, es tanta la costumbre que no podría vivir sin los vómitos. Es tan duro encerrarse todas las veces en el baño para que ocurra el esperado hecho. Mi estomago debe pedir a gritos que pare, pero las arcadas tapan mis oídos y no me dejan escuchar los llantos de auxilio. Mi mente participa en ello, es la causa principal. Es a lo que más me temo, es la jefa, la patrona. Ella decide quien visita mi boca, si los dedos, el cepillo... o ambos. Tiene el poder de acariciar mi esófago, la capacidad de hacer llorar mis ojos y dejar caer todas las lagrimas que ella quiera. Mis ojos terminan hecho un fuego, y a ella le encanta. Le fascina, siento que hasta le produce satisfacción el sufrimiento.

Yo creo que tiene intenciones buenas en el fondo de su ser; que el exceso de comida no es bueno y de alguna manera tengo que sacar lo innecesario de mi cuerpo... aunque hay veces que se lleva lo vital para tener una nutrición optima. Es egoísta, hay que aceptarlo... no le gusta que me quede con nada, inclusive las lagrimas. Quiere que saque más y más, y cuando pienso que ya todo terminó y el inodoro se lleva ese "exceso", vuelve a golpear mi ser y me niega con su cabeza... ahí es cuando entendí sus ordenes y vuelvo a agacharme frente al sanitario, como toda una sumisa.

Con apenas 15 años empecé el fantástico calvario (hago énfasis allí, es ironía pura, por supuesto) y no sabia que se podía extender por tanto tiempo. Pensé que duraría 1 o 2 semanas más hasta que el asco colmaría mi cuerpo y dejaría de hacerlo. Pero se volvió tan necesario, como cuando un enfermo necesita su medicamento. Y es que sucedió tan de repente que me volví dependiente de Mía. Me volví adicta, quería más y más.

Si me preguntan como fue mi comienzo (a pesar de que mucho no recuerdo) fue porque estaba fea y gorda. 15 años y lo que me preocupaba era mi panza, mis piernas y el culo. Todas mis amigas habían tenido la experiencia del "primer beso" con algún chico, inclusive muchas de ellas ya estaban de novias. ¿Y quien era la excepción? Si, pues yo, seguro adivinaste. Esas situaciones de ser la oveja negra del grupo de amigas fueron fatales. Desarrolle una anorexica muy muy leve ya que pasaba aproximadamente 7-10 horas sin comer (lo máximo que logré alcanzar) porque el asco de meter los dedos en mi garganta era excesivo. Preferí no comer, no tomar agua, solo respirar y hacer como si nada. 

Y así fui adelgazando, 2 kilos al principio, luego fueron 3 y mas tarde 4. No paraban de lloverme comentarios como "Wow, estas muy bien" "Que flaquita, te envidio" "Nena, estas cada vez mas linda" "Tus piernas estan divinas" y blablabla, ¿que me producia eso? Motivacion, ganas de seguir, no comer y vivir feliz (ponele que feliz). Seguí así quien sabe cuanto tiempo más, hasta que mi bendita mamá me dijo que la cortara, que si no suministraba carbohidratos, vitaminas y quien sabe cuantas cosas más, me iba a llevar al psicólogo y a una nutricionista. La confronté, me puse en su contra y salí perdiendo. Visité al nutricionista y si mal no recuerdo, mucha importancia no me dio. Entonces se me ocurrió comer delante de ella y cuando no mire, quitar ese exceso de comida a escondidas.

Poco a poco me tuve que acostumbrar, no me quedaba otra que atinar a los vómitos. Lloré, pataleé, grité e incluso me autolesioné porque no podía hacerlo. No lo soportaba, no sabia provocarme arcadas... no sabia meter los dedos en mi garganta, tampoco las proporciones de agua por cada comida para que el vomito salga mas liquido y evitar que me cueste tanto. No entendía como hacían las demás chicas (generalmente mujeres) para que sea tan pero tan sencillo. Pero tuve que aprender, a duras penas fui agarrandole la mano y aprendí de Mia como ella de mi. Mi gran motivación seguía siendo esos estupidos comentarios de mierda de la sociedad. Y yo, caí como estupida en las modas estrictas y dañinas, me dejé dañar, me dejé envolverme en toda esa red de perfección inalcanzable.

Mia, ¿sos vos?Where stories live. Discover now