Parte 6 (Extra)

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¿Qué hubiera pasado si...?
Nunca hubiesen juzgado mal a Hipo.

Un joven castaño-rojizo se dirigía a paso apresurado a su casa después de un largo día de trabajo en la forja. Habían pasado apenas cuatro semanas desde que él y Toothless lograron derrotar a Red Death y liberar a los dragones, tres semanas desde que su tiempo era dedicado al dragón ébano y dos desde que... bueno, se enteró de su... estado.

Llegó a su casa abriendo de un portazo, cerrándola de igual modo, no se preocupaba pues su padre había salido a no-sé-dónde, así que su casa estaba totalmente sola a excepción de...

-¡Toothless! ¡Ya llegué!-anunció subiendo las escaleras tan rápido como podía, casi tropezando a medio camino.

Entró a su cuarto repitiendo el proceso que al llegar sólo que cerró la puerta de forma más delicada... repentinamente la fuerza y valor que forjar y renovar armas le habían dado se esfumó al ver al dragón ahí, echado bocarriba sobre su cama (Que había reforzado y agrandado gracias a él) más aburrido que cuando durmió en los establos sin Hiccup o algún dragón haciéndole compañía.

Al escuchar la voz del joven vikingo-no-tan-vikingo su cabeza se levantó y su mirada se iluminó tanto que podría soltar luz propia.

El joven sonrió ante la imagen y no esperó a que el dragón se le lanzara a besarlo, fue él quien corrió y lo abrazó del cuello con un poco de dificultad debido a la posición del dragón.

Lentamente se subió al abdomen contrario y escondió su pequeño rostro en el pecho de Toothless.

La posición era cómoda y sumamente atrayente. Tooth los cubrió con sus alas para tener un poco más de privacidad y lo besó/lamió por toda la cara, haciendo reír al joven ante las cosquillas que las caricias le causaban. Sí, la baba de dragón era difícil de quitar, pero lo valía después de pasársela tan bien como cada que iniciaban con besos... y, por supuesto, no era sólo baba lo que debía quitar de su cuerpo.

Una sugerente idea se le cruzó por la cabeza. Tal vez lograría ablandar a su dragoncito (y se refería al más grande y al más chico) antes de la noticia explosiva, y, claro, bajarse la calentura que lo perseguía desde hace ya buen rato.

Lentamente se frotó contra el miembro dormido, haciendo parecer los roces accidentales. Si Toothless lo dejaba por eso, al menos tendría un último bonito recuerdo de él.

Poco a poco se dejaron llevar por el momento. Nadie más que ellos y los dragones compartían este pequeño secreto. Él, Hiccup Horrendus Haddock III, hijo único del jefe vikingo más temido de todo el meridiano de la Tristeza, domador de dragones, astuto como zorro, inteligente como ninguno y excelente inventor y herrero, mantenía relaciones sexuales con su dragón... pero era más que eso...

Las ropas del pequeño Hiccup dejaron de estorbar, no hubo mucha delicadeza, pero el dragón no tenía manos como para dejar la tela sin un solo rasguño, por eso él siempre se quitaba la ropa...

Pero ahora...

-¡Tooth!-gimió al sentirlo lamer su pecho con deliciosa lentitud.

-"¿Te gusta?"-preguntó burlón. Hiccup, sonrojado, frunció el ceño y le dio un golpe leve en el hocico.

¿Qué cómo le entendía? Bueno, al unir el alma de un dragón a la tuya se pueden hacer muchas cosas.

Imbécil... pensó, pues su boca estaba deliciosamente ocupada por una lengua bífida que superaba la suya en tamaño por mucho... al igual que otras zonas de su cuerpo.

Cambiaron de posiciones quedando él abajo y Toothless arriba. El dragón paseó su lengua por todo su pecho, haciendo presión en los pezones de su Hiccup, a lo que el joven gimió excitado. Uno de sus puntos sensibles nuevamente atacado.

Cerró los ojos y se preocupó sólo de sentir, como muy pocas veces en su vida sexual activa.

Toothless se sorprendió al ver la total sumisión del chico, pues, según recordaba, nunca se quedaba quieto a la hora de hacer e amor, es más, no le gustaba estar demasiado quieto más que cuando lo hacía sumiso a la fuerza o con un buen soborno, pero era una hermosa oportunidad que no iba a desaprovechar.

Sin desespero y con más lentitud que al inicio lamió y acarició el cuerpo contrario, olisqueó el cuello y bajó lentamente hasta detenerse en el estómago contrario y aspiró, disfrutando del suave y dulce aroma que este desprendía, aunque aún no sabía su procedencia, pero que le llenaba de una ternura, amor y ganas de protegerlo de todo inigualables. Tal vez por eso desde hace unas semanas había tenido que ceder varias cosas con tal de convencer a su Todo de hacerlo con cuidado y lentitud.

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Y... ¡Hasta aquí!

¿Qué, creyeron que iba a seguir? Lo siento, hermosuras, pero no. Esto es sólo un extra, nada especial, así que siempre sí puede quedarse así :'3

Lamento haber tardado tanto, pero he estado teniendo muchos problemas un poco fuertes que no logro solucionar. Una disculpa y nos leemos a la próxima.

Con eso me bastaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora