Capítulo 3

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El carruaje avanzaba lentamente por las calles pavimentadas a medida que nos acercábamos a la ciudad. El silencio se interrumpía únicamente por el suave traqueteo de las ruedas sobre el camino empedrado. Un vehículo de materiales que nunca había visto, limpio, como nuevo. Telas suaves decoraban los asientos. Dos, para ser exacta. Un lugar para cuatro personas.

Solo estábamos el General y yo.

Él me observaba con detenimiento. Parecía atrapado en cada aspecto de mi ser. Me resultaba irritante, estaba incómoda. Sin embargó, dirigí mi atención al paisaje.

Hacía cuatro horas que estábamos de viaje, el sol estaba en su punto máximo. La nieve se teñía levemente de amarillo.

Ya habíamos pasado la tercera aldea, Lazuline. Pronto llegaríamos a la ciudad Saphiraheim, hogar de aquellos de sangre azul y sede del palacio real, junto a la academia.

En el segundo carruaje, Leia y los otros voluntarios compartían espacio. No había tenido oportunidad de hablar con ella. No me dirigió la mirada siquiera. Parecía perdida, hasta ofendida.

Aunque con todos mirando y el General que no se despegó de mí, no pude intentar averiguar al menos cómo estaba.

—Señorita Hawthorn, ¿no? —interrogó.

Asentí, sin mirarlo.

—Frostbane —se presentó. Por el rabillo del ojo pude ver que inclinó levemente la cabeza. Sus ojos seguían en alerta, seguramente creía que prendería fuego el carruaje o que intentaría huir. O lo que sea.

Creo que no sabía qué esperar. Yo tampoco, la verdad.

—Señorita Hawthorn, ¿usted tiene presente la historia de este fascinante reino? —preguntó, pero no me permitió contestar—. ¡Qué cosa la mía! Claro que no. Al menos, no lo suficiente. —Se recostó en su asiento—. Aunque reconozco que debe ser una niña inteligente.

—Sé lo mismo que sabe mi pueblo —contesté con brusquedad. Clavé mis iris en su rostro cuarentón, carente de indicios del paso del tiempo—. Nuestra educación no ha sido prioridad en los últimos años —dije con cizaña.

Una leve risa salió de sus labios.

—Como mencioné, una niña inteligente.

Indignada por su indiferencia y frialdad, imité su postura.

—¿Quiere iluminarme con sus conocimientos, señor? Me agradaría conocer más sobre este fascinante reino —dije con ironía.

Lejos de sentirse ofendido, sonrió. Se acercó levemente hacía mi y todo mi cuerpo se tensó. Sus ojos reflejaban curiosidad, pero todo su rostro carecía de simpatía, a pesar de su sonrisa triunfante.

—No es usted digna de tal sabiduría —comenzó a decir—. Solo es una curandera mundana de sangre roja y, además, una criminal. —Volvió a recostar la espalda en el asiento—. Veremos qué destino le espera, según Su Majestad.

No me sentí ofendida, hasta quería retrucar. Quise decirle que era un idiota. Que sabía mucho más de lo que él creía. Que la codicia humana era la que había sembrado la discordia y convertido a la humanidad en su propio enemigo.

Quise mencionarle todo lo que estábamos viviendo: el hambre, el frío, las enfermedades, la muerte. Todo eso era culpa de personas como él.

De paso, patearle la cara.

Pero me contuve. Nael estaba junto a Mary, ambos solos. Ni Leia ni yo podíamos protegerlos desde lejos. No sabía si el rey no decidía matarme y tirar mi cuerpo en una mina.

Peor, podrían lastimar a Nael. Si bien el General Frostbane, luego de salir de su estado de shock, tomó la palma de mi hermano, la cortó para luego acercar los seis vitruns, ninguno brilló.

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⏰ Huling update: Dec 12, 2023 ⏰

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SANGRE FORJADA | #1Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon