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Sostengo nuevamente tu mano entrelazándolo entre mis dedos para demostrarte que pase lo que pase, aquí me tienes, y siempre me tendrás aunque el mundo entero se oponga.

Lágrimas tras lágrimas descienden buscando libertad hacia mis mejillas perdiéndose lentamente con la cerámica blanquecina.

El silencio que abunda en mayor parte del lugar es agonizante.

Con dificultad vas abriendo los ojos, apenas logras notarme y comienzas a llorar en silencio, decepcionada y vencida, te conozco tanto que hasta sé cuando no te queda más que admitir la situación.

O suponer que lo harás.

Te cuesta pronunciar las palabras, aún así, comentamos cada insignificante recuerdo que se nos viene a la mente, cada sonrisa, cada vez que ambos preferíamos quedarnos en casa a mirar nuestra serie favorita acompañada de unos deliciosos cafés, tú recostada entre mis brazos, así como de la vez que acampamos juntos apreciando las estrellas y tantos otros recuerdos que ahora sólo serán eso, recuerdos.

Incluso los malos momentos, las peleas, discusiones y desacuerdos hoy se nos hace efímero y a la vez eterno.

Tan eterno como mi amor por ti.

Suspiro.

Ya es hora.

El último abrazo (1)Where stories live. Discover now