Capitulo II: Padrastro...

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Sakura apoyó la cabeza contra el frío vidrio de la ventana del asiento de pasajeros de la Range Rover, fingiendo que la hilera de casas suburbanas por las que pasaban eran las más interesantes que había visto. No intentes hablarme, rogó silenciosamente a su padrastro. Estoy muy ocupada en este momento. Mirando unas casas idénticas.

Pero el Dr. Kabuto Yakushi no era fácil de engañar. Había lidiado con chicos enfermos desde antes que Sakura naciera, y sabía cómo manejarlos, como siempre decía su madre.

-¿Cómo te estabas sintiendo esta mañana antes de la escuela? -le preguntó Kabuto de manera casual.

Me emocioné al ver a Sasori Akasuna porque ayer me guiñó un ojo y su nuevo corte de cabello lo hace ver increíblemente sexy, pensó Sakura . Pero su padrastro no quería escuchar eso. Quería sus estadísticas vitales. Quería hechos, números, datos: ¿el latido de su corazón fue un poco más rápido, o tuvo uno de esos dolores de cabeza que empezaba detrás de sus ojos, o su temperatura se había elevado en una fracción de segundo?

-Estuve bien, creo -murmuró.

-¿Crees? Tienes que saberlo, Sakura. Siempre tienes que estar pendiente de ello. Cada dos horas, tienes que hacerte un auto-chequeo -le dijo Kabuto.

Dios, odiaba esto. Odiaba tener que analizar el funcionamiento de su cuerpo a cada segundo. Sakura dejó escapar un suspiro que se sintió como si hubiera empezado en la punta de los dedos de los pies. Kabuto se acercó y le apretó el hombro. Ella se obligó a mirarlo.

-No siempre será de esta manera, cariño -dijo él.

No, muy pronto voy a estar muerta. Sakura no pudo detener el pensamiento antes que se colara en su cerebro. ¿Y realmente importa? Solo estoy medio viva ahora. Voy a la escuela; descanso; hago mi tarea; miro la TV, voy a la cama. Y eso en un buen día, cuando me estoy sintiendo básicamente bien. Bien en lo que respecta a Sakura.

-Créeme -continuo Kabuto-. Voy a ajustar un poco tu siguiente transfusión. Voy a intentar algo nuevo. Podría ser lo que funcione para ti.

-Mmm-hmm -murmuró Sakura.

Tenía miedo de que si empezara a hablar, podría empezar a chillar. Y nadie necesitaba eso. Las Chicas Enfermas se supone que son fuertes, una inspiración para todos. Y en su mayoría Sakura lo era. O al menos lograba representar un acto bastante bueno. No tenía mucha elección. Su valentía era el pegamento que mantenía unida a toda su familia.

La vida de su madre era prácticamente sobre la enfermedad de Sakura como la de Sakura lo era, ser una madre soltera con un bebé enfermo no le había dejado tiempo para hacer nada más con su vida. Y la carrera de Kabuto se trataba sobre Sakura completamente en este momento.

Había dejado de escribir artículos sobre su especialidad, la leucemia. Había dejado de investigar salvo la enfermedad de Sakura. Se había jugado su reputación profesional por ella. Si no lograba encontrar una cura, sería un fracaso. Y fallar era algo que Kabuto no permitiría.

-¿Lo echas de menos? -preguntó ella súbitamente.

Le lanzó una mirada confundida.

-¿Extrañar qué?

-Tu vida. Tu status de súper-doctor. Todo eso. -Nunca se le había ocurrido antes preguntarle eso-. Quiero decir, estabas en Oprah y todo. Eras el Sr. Portavoz de la Leucemia.
Kabuto se mantuvo quieto por un instante. ¿Lo había ofendido?

-Lo lamento... -empezó Sakura.

-No lo sientas. Es una pregunta justa. -La voz de Kabuto fue plana y calma, de la manera en que era siempre. Su voz para tratar con los pacientes, que es como siempre había pensado Sakura que era-. ¿Estás pensando que necesitas otro doctor?

Crave. Adap. SasuSakuWhere stories live. Discover now