30. Café con leche

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—¿Trajiste a Piggy B-pod? —pregunté extrañado y Solae se volteó de golpe hacía mí.

—¿Cómo sabes que se llama así? —me preguntó sorprendida.

—Porque...

—Porque yo se lo comenté cuando estuvimos en tu casa. —intervino Anton, ubicándose delante mío.

—¡Mentira! —atajé, quitándomelo de enfrente—. ¡Yo estaba con Solae cuando ella le puso ese nombre! —dije desafiante. Ya estaba harto de que Anton me pasara a llevar cada vez que podía. Solae nos quedó mirando a ambos, que parecíamos a punto de iniciar otra pelea.

—Tranquilo, Alex. ¿Por qué no mejor te vas a tu casa y nosotros terminamos de limpiar por ti? —propuso Anton, poniendo sus manos sobre mis hombros, haciendo el amago de masajearlos. Hirviendo en coraje, lo rechacé de un codazo y me aparté. No podía entender cómo Anton lograba sacarme tan fácilmente de quicio. Yo que antes no manoteaba ni a las moscas, ahora lo único que quería era golpearlo de nuevo. Pero esta vez me contuve. Más que nada porque el ventanal que daba hacia el pasillo nos dejaba bastante expuestos ante quienes aún transitaban por ese piso, y justo en ese instante pasaba por ahí un inspector.

Mordiendo el interior de mis mejillas y tragándome las ganas de rebatirle, cogí el trapo y me fui a limpiar las mesas del fondo, mientras que Anton tomaba la escoba para barrer adelante. Por su parte Solae conectó su música y, asignándose las ventanas, se puso a limpiarlas moviéndose armónicamente al ritmo de la letra. A continuación comenzó a cantar, poniendo delante de sí un micrófono imaginario.


Ask me no questions, I will tell you no lies

Careful what you wish for

We're looking for angels in the darkest of skies

Saying that we wanted more


La canción no la conocía, pero el inglés de Solae como siempre era perfecto. Y su voz... su voz estaba bastante bien. Suspiré. Okey, quizás estaba mejor que bien...


...And I need you to know, I'm not askin' for a miracle

But if love is enough, could you let it show?

If you feel it could you let me know?


Verla tan relajada y feliz de alguna forma me tranquilizó. A pesar de todo y de la influencia de Anton, Solae seguía siendo la misma. La misma que le sacaba provecho hasta a las peores situaciones, y es que solo ella era capaz de transformar un castigo en algo entretenido. Quizás había necesitado tomar distancia para apreciar que todas esas cosas que antes percibía como negativas, eran ahora las que más extrañaba de ella. Las que más me agradaban.

Cuando sentí la mirada de Anton clavada en mí, fue que me percaté que seguía pegado limpiando la misma mesa hacía más de cinco minutos. Carraspeé y pasé a la siguiente intentando concentrarme. Fue en eso que, sin darme cuenta, la música animada de Solae me contagió y comencé a avanzar con más entusiasmo, y el tiempo empezó a volar.


Luego de terminar de limpiar mi sector, fui en busca de mi mochila. Al levantarla, noté que junto a ella había una lata sellada de café con leche. Me volteé sorprendido. Anton iba saliendo de la sala a vaciar los basureros, mientras Solae seguía cantando y limpiando las últimas ventanas. Cuando ella reparó en que la estaba mirando, se giró con brusquedad para evitarme. Estaba claro que intentaba fingir que no había sido ella quien había dejado la lata ahí, cuando resultaba más que evidente.

Cogí el café y lo examiné, desconcertado. Antes de perder la memoria, Solae siempre me compraba ese refresco porque sabía que era mi favorito, pero ahora que no me recordaba, aquello no tenía sentido. Sobretodo porque se suponía que estaba enfadada conmigo. Entonces ¿Qué significaba todo esto?

—¿Tú me diste esto? —le pregunté acercándome a ella, pero seguía limpiando como si yo no estuviera ahí—. ¿Me lo compraste porque me recuerdas? —insistí, buscando sus ojos, pero Solae para evadirme se giró a limpiar una de las mesas que tenía detrás.

—¡Solae! —le dije ahora poniéndome frente a ella y reteniendo su mano con la mía.

—¿Qué? —me preguntó, mirándome por fin. Se veía más confundida que enojada.

—Gracias. Ya sabes cuánto me encanta este café. —Le sonreí. Solae bajó la cabeza, al mismo tiempo que quitaba su mano de debajo de la mía.

—Aún sigo enojada contigo. —dijo dándome la espalda y se fue a buscar algo al balde con productos de limpieza.

Solae había bajado la guardia y hasta podría jurar que se había puesto nerviosa. Sonreí en dirección a ella, cuando advertí que Anton otra vez estaba en la sala. No me había percatado desde qué momento había estado observándolo todo, pero por su expresión deduje que había oído lo suficiente.

Mirándolo fijo y sin amilanarme, abrí mi lata de café y la bebí con ganas; casi con lujuria frente a él. Por suerte Anton decidió no decir nada y seguir en lo suyo. Fuese como fuese, después de haber recibido aquel regalo de parte de Solae, ni siquiera Anton sería capaz de afectar mi buen humor. 


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¡Hola! Como se habrán dado cuenta, estoy saltando en una pata, porque "No me conoces, pero soy tu mejor amigo" ha entrado a la lista larga de los Wattys2018 🎉 ¡¡Yay!! Y además superamos a las 40mil lecturas! 🎊(¡¡Doble yay!!)

¡No me canso de agradecerles, porque todo esto es también gracias a Uds! 

¡¡Gracias, gracias, gracias!!

Perdón si no logro responder a todas sus solicitudes de saludos, creanme que las tengo todas muy en cuenta, pero con lo tortuga que soy para escribir acá, editar capítulos, avanzar en terminar los capítulos finales, sumado a tener que trabajar y sobrevivir en el mundo real, se me dificulta mucho saludarlos siempre, pero ustedes saben que los/las amo, ¿verdad? ❤️

Nos vemos en el próximo capítulo ❤️


Historia publicada en papel por Penguin Random House

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