capítulo 5

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Alejandra, se sintió devastada al ver que él ya no la buscaba más que para situaciones académicas, se veía a sí misma como un juguete de cuál, Antonio, se cansó muy rápido. Se había vuelto una sombra penumbrosa que vagaba por los pasillos, e incluso una noche sacó mi foto:

- Lo siento mucho, Abuela, no podré cumplir tu promesa decía entre lágrimas hacía mi foto – sé que lo prometí, pero siento que sería romper tu corazón, pues es probable que él ni siquiera haya sentido algo por ti. Pero no te culpo, te fuiste antes de averiguarlo y es mejor que te quedes con ese sentimiento – ya no era la romántica y linda niña, verla me pegaba en lo más profundo, más por no estar ahí para explicarle que no era cierto, que el amor existe

Al siguiente día ella seguía mal, y todos rumoraban a sus espaldas sobre la relación con el profesor, pero nadie siquiera le preguntaba cómo se sentía, a excepción de alguien. Braulio, al verla así, decidió ir con ella y proponerle ir a la cafetería por un café; ella no tenía fuerzas ni para negarse y fue, casi no habló con él, pero fue entonces cuando él notó algo para hacerle platica.

- Qué linda medalla, se ve tan antigua, ese trabajo en metal tan intrincado era propio del, arte, siglo pasado - Braulio, se esforzaba por hallar su atención y sacarla de su estado depresivo – supongo que debe tener una historia muy interesante.

- De hecho sí, fue parte de una promesa imposible de cumplir – dijo, Alejandra, completamente desinteresada - ¿qué clase de promesa puede ser tan imposible? – añadió, él, con interés puro.

- Una muy absurda, encontrar a un supuesto "amor" de hace años, me lo pidió mi abuela- en su voz había un resabio de dolor más allá del visible - ¿y por qué es imposible?, ¿ya lo has buscado?- de nuevo, Braulio.

- No, y mejor que estuviese muerto, porque es seguro que no hay amor realmente, ni en él ni en nadie- mi niña, tan dolida y equivocada, intentaba marcharse tras decir eso – Espera, no puedes ser así de dura con esto, no porque un idiota te rompa el corazón significa que el amor no puede existir- el chico parecía realmente alterado, como si lo hubiesen ofendido directamente.

Luego de eso, Braulio, siguió charlando con ella hasta apostar algo con ella:

- Te acompañaré a buscarlo, si él no ama a tu abuela ganas y te pagaré el almuerzo un mes, pero de ser lo contrario, yo no pido nada más que tu aceptación de que existe el amor.

Mi nieta, no tuvo más que aceptar y así comenzaron su travesía ese fin de semana. Gracias a las indicaciones que deje en la caja, no les fue difícil llegar a aquella casa donde pase aquel maravilloso verano de mi juventud; aquella que para sorpresa de Alejandra, era la misma que había visto en su sueños, sin embargo había una gran diferencia, ahora estaba completamente abandonada y ella sólo lo veía como una señal de que había sido una tontería siquiera intentarlo. Pero él no quiso rendirse tan pronto y decidió preguntar por toda la zona, mientras jalaba del brazo a Alejandra par que lo acompañara, por Luis Urteaga; mi niña, se sintió conmovida por el interés de Braulio, y decidió ayudarle, pasaron horas hasta que una mujer, a la cual le mintieron diciendo ser nietos de Luis, les comentó que era su vecina y que lo habían venido a recoger de un asilo para ancianos pero desconocía el nombre.

Alejandra, intrigada, decidió hacer un pequeño esfuerzo y preguntarle a su teléfono por los albergues cercanos; Braulio, entendía que estaba haciendo lo correcto, así que la subió a su moto para llevarla a la parada más cercana que marcaba el aparato. El muchacho manejo durante horas, todo con tal de demostrar su punto ante mi nieta, pero no podían hallarlo.

Ya se estaban dando por vencidos, la curiosidad de Ale había casi desaparecido, estando en la puerta del ultimo asilo. Entraron temerosos y previamente frustrados por la respuesta que esperaban pero, yo sabía que la Virgen y Dios los acompañaban, al decir el nombre de Luis, la señorita de la recepción se estaba tardando en la búsqueda de sus registros, haciendo desaparecer la poca esperanza que quedaba en los muchachos, mas fue entonces cuando un enfermero gritó su nombre a la vez que un hombre de avanzada edad intentaba salir del vestíbulo a la calle, mientras era seguido por el enfermero que lo mencionó. Los ojos de ambos brillaron, pues a pesar de todo, era la recompensa al trabajo arduo de ese día. Braulio, se acercó a él y le preguntó por su nombre para evitar malentendidos, confirmando así que era él.

Para Alejandra eso no era suficiente, sin importar la alegría de ver culminada su tarea, por lo que fue directa con él y le preguntó por mí, yo también me encontraba expectante de su respuesta; Luis, mi querido osito, sonrío a medias y sus ojos brillaban como antes, pero sólo fueron unos instantes que se apagaron con su respuesta: "me suena, pero te no puedo recordar su nombre". Para mi nieta era la confirmación de que tenía razón, para mí una respuesta inaudita, y para Braulio, algo que debía aclarar. En ese momento, mi nota, soltó una lágrima, pues dentro de ella realmente esperaba equivocarse y encontrar una forma de amor de verdad.

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Una medalla de amorWhere stories live. Discover now