VII: La madre terrible

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—Se está muy tranquilo aquí ¿sabes? —comenta la pelirroja— a veces es un alivio tener un poco de compañía.

Odette no siente ya la misma fuerza que sellaba sus labios la primera vez que se encontró con esta mujer, y a pesar de ello no se sintió capaz de hablar frente a ella, su presencia era puramente abrumadora. La detective no le teme, no cree que desee hacerle daño, además de que Odette siente un profundo respeto hacia ella.

— ¿Quién eres? —Odette pregunta finalmente y se siente estremecida por el sonido de su propia voz; como si se encontrasen bajo el agua, e incluso algo lejana. — ¿qué estoy haciendo aquí?

Una sonrisa amarga se dibujó en los carnosos labios de la mujer: — ¿Nunca has escuchado de mí? —cuando Odette negó con la cabeza, una risita comienza a emanar de la boca de la pelirroja hasta convertirse en una carcajada. — ¡La madre terrible, Odette Moreau! ¡La prostituta! ¡La pervertidora!

Odette no sabe qué responder, los repentinos gritos de la mujer no tienen sentido para ella. Pero la pelirroja mira con diversión su estupefacción, sus carcajadas no menguan durante un par de minutos y cuando lo hacen, su tono de voz denota diversión.

—Oh, ojalá pudieras verte en un espejo —susurra, rascándose distraídamente el puente de su nariz— eres muy fácil de impresionar, pequeña detective. —Odette se estremeció al escuchar la palabra "detective" de su boca. Su mente de inmediato divagó hacia el vampiro que dejó su habitación, furioso. — Mi nombre es Lilith, cariño. Pero aún no tiene sentido para ti, no conoces más allá de las típicas historias bíblicas que apenas y recuerdas.

Ahora Odette se siente más confundida que antes y una cantidad infinita de preguntas se aglomera en su mente. Lilith —Oh, dios, incluso pensar en su nombre le deja una sensación extraña por todo el cuerpo— parece notar su curiosidad y confusión, una mueca de desagrado se forma en su rostro y chasquea la lengua.

—Olvídalo, no voy a responderte nada. —le espeta— te traje aquí porque creía que quizá habías hecho algo. Quería resultados, pero olvidaba que para los humanos como tú el tiempo no les favorece, sigues tirada en esa cama de hospital sin mover ni un músculo, inútil.

Está bien, Odette la respeta. Pero la detective es una mujer terca y con un mal temperamento, así que no se lo pensó dos veces antes de responderle, tajante.

— ¡Estuve a punto de morir! —exclama— Además, no sé qué mierda quieres que haga sobre Dios sabrá qué ¿sabes qué? ¡Me largo de aquí! No sé qué hago perdiendo mi tiempo debatiendo con un estúpido sueño.

Odette no sabía muy bien qué estaba haciendo, pero le gusta actuar como que tiene todo bajo control. Se da media vuelta y camina un par de pasos, tratando de buscar...una salida. Pero en cuanto alza la vista, se encontró a pocos centímetros del hermoso rostro de Lilith, sus narices casi tocándose.

—Tú te vas de aquí cuando yo te lo pida —susurra. —, tu trabajo es escucharme y obedecer, Goral* —Y Odette no puede hacer más que someterse ante la pelirroja, quien al ver su sumisión, suelta una risita y con pasos ligeros, casi como si estuviese flotando, se aleja de ella —No puedo decir mucho, ÉL siempre está escuchando ¿sabes? Sin embargo, confío en que tú y mi guerrero encuentren el libro antes de que ellos lo hagan ¿queda claro?

Odette pone los ojos en blanco y deja caer sus hombros, haciendo un puchero: — Si supiera de qué rayos me estás hablando quizá...

—Largo

— ¿Qué?

—Largo de aquí, Odette Moreau —dice con tranquilidad, volviendo sus ojos oscuros al cielo nocturno, choca las palmas de sus manos y la detective suelta un alarido cuando una fuerza invisible tira de sus piernas, sintiendo como si estuviese cayendo de un acantilado a una velocidad extrema.

De Hombres y BestiasWhere stories live. Discover now