10. Tras el titiritero

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El sol iluminó todo el lugar de tranquilidad. La playa comenzaba a llenarse de gente, poco a poco, desde las siete de la mañana. Todos se reían, jugaban y se divertían. Un ambiente totalmente contrario era el de la cabaña.

  — Como le pase algo no me lo perdonaré nunca— Nicolà estaba sentado y traumatizado, llorando desconsoladamente.

— Oye, lo encontraremos, todo irá bien, ¿vale?— Mya se acercaba mucho a él.

— Veo que os habéis hecho buenos amigos— Taylor estaba apoyada una puerta con los brazos cruzados y juzgándole.

Nicolà la miró con cara de confusión, pero con lágrimas añadidas.

— ¿A qué viene esto ahora?— se puso nervioso.

Taylor se arrepintió de haber dicho nada. No era el mejor momento.

— ¿Y por qué no salimos a buscar ayuda?— Mya le dio una palmada en la espalda— Alguno de los de la playa le podría haber visto. A él o a Amaya.

Nicolà miró a Mya y asintió. Se levantó, y fue a lavarse la cara.

— ¡Te esperamos en la entrada!— Taylor gritó para avisarle y Nicolà le devolvió un "vale".

Salieron fuera y se sentaron en las escaleras que llevaban al minúsculo porche de la cabaña, que estaba rodeada de niños haciendo castillos de arena y otros estropeándolos.

— ¿A qué te referías con eso?— Mya fue directa a Taylor.

— ¿No te has enterado de absolutamente ningún rumor?— Taylor la miró con cara de estreñida.

— No, la verdad, he estado combatiendo cosas paranormales para tener tiempo para centrarme en el bachillerato y sus murmuros— la miró riéndose— Venga, escúpelo ya.

— A Nicolà le van los tíos. Puede que también las tías, pero los tíos también. Tampoco es que sea nada malo, pero no me lo imaginaba así— Taylor miró al suelo.

— Lo dices porque estabas enamorada de él— Mya la miró, seria.

— ¡No! Mya por favor, no— Taylor apartó la mirada— Bueno, un poquito.

Mya dio un suspiro pero no era de ignorancia ni desesperación.

— Yo también, la verdad— sonrió— Y mira al final quien se ha quedado con él.

— Lo hemos estado ignorando y ahora que se va no podemos imaginarnos cinco minutos sin él. Te das cuenta de que damos un poco de asco, ¿verdad?— Taylor empezó a ponerse triste y a echarse la culpa.

— Eh, le encontraremos. No te preocupes— Mya parecía la más tranquila de todos, estaba convencida de que no podía haber muerto, era muy importante para ella y no asimilaba que no podría estar nunca más, así que descartaba esa opción.

Nicolà salió de la cabaña. Parecía tener un aspecto un poco mejorado después de su lavado de cara.

— ¿Vamos?— miró a las dos interrumpiendo su conversación.

Comenzaron a caminar por la playa. Había chicos, chicas, niños, mujeres y hombres por todos lados. No sabían a quién preguntar. Mya tenía una foto de Isaac en su móvil e iba preguntando a cada persona si le había visto. Algunos giraban la cabeza para decir no, otros se disculpaban y la gran mayoría la ignoraban.

Comenzaron a desesperarse bien pronto, cuando aún les quedaban unas cuantas porciones de playa. Nicolà volvía a su estado triste y desesperado de antes, pero sin lágrimas. Tal vez su despensa estaba vacía.

— Está bien, yo preguntare por los que están un poco más dentro del mar, vosotros seguid por aquí, en quince minutos nos vemos en la cabaña— Taylor gritaba para que fuera escuchada. Mya y Nicolà asintieron con la cabeza.

— ¿Y si nunca le volvemos a ver?— Nicolà estaba cerca de Mya y comenzó a hacer preguntas— ¿Y si nunca volvemos a verle? A escuchar su voz. A ver cómo se ríe y como hace bromas sobre cualquier persona.

— Me vas a hacer llorar y no es el momento— Mya seguía enseñando el móvil a todas las personas— ¿Le has visto? Por favor.

Pasaron veinte minutos. Ya estaban los tres reunidos de nuevo en la cabaña.

— Nada— Mya y Nicolà llegaban, mientras Taylor estaba esperando sentada en las escaleras.

— Cerca hay una ciudad— Taylor se levantó— Tal vez deberíamos ir a preguntar o a decírselo a algún policía. Amaya e Isaac no pueden andar tan lejos.

— Estoy muy de acuerdo— Nicolà aceptó cuando Taylor ni siquiera acabó su frase— Vamos.

Nicolà empezó a caminar sin que nadie le siguiera.

Ya habían pasado diez minutos caminando, y la ciudad se veía cerca. Había un pequeño y estrecho camino en medio de un prado lleno de arena, que tenía un límite, una montaña. En ella se distinguían grandes rocas, algunas porciones con hierba, sitios empinados, otros planos, y en uno de ellos, una figura negra que les miraba fijamente.

— ¡Eh! ¿¡Quién eres!?— Nicolà empezó a correr tras la figura.

Mya y Taylor no se habían dado cuenta ni de lo que Nicolà vio, pero al girarse hacia donde él corría, se fijaron en que una silueta negra que parecía llevar una capa del mismo color corría hacia dentro de una cueva tapada por rocas desde la perspectiva en la que estaban.

  — ¡Nicolà! ¡Ten cuidado!— Mya corrió tras él a menor velocidad, no tenía su energía de deportista.

Taylor siguió a los dos, yendo última en la carrera a la cueva.

Nicolà llegó. Perdió totalmente de vista al misterioso ser con capa que les había tentado a ir allí. O era una trampa, o tenía algo que enseñarles.

Todos estaban finalmente en el interior. Era todo oscuro, apenas entraba luz natural, seguía siendo dificultoso ver algo de manera clara.

— Cómo apesta este sitio— al segundo del que dijo Taylor eso, la entrada se había comenzado a cerrar.

— ¿Qué pasa?— Nicolà corrió hacia la entrada, pero era demasiado tarde.

Ahora estaban completamente a oscuras. Aparentemente solos y sin salida. 

Hi Friend 2: Las BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora