9. Las bestias

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Todos se encontraban tumbados en el salón de una gran cabaña, que estaba a muy pocos metros de la orilla del mar, solitaria y lejos de la ciudad.

  — Que alguien me recuerde por qué estamos aquí— Taylor hablaba casi durmiendo.

Amaya llegó desde la cocina con dos tazas de café.

— Gracias por recibirme— miró especialmente a Isaac, que estaba en un mismo sofá con Nicolà, pero cada uno en una punta.

— No podías estar con ellas, no podríamos hacer otra cosa—   Isaac le sonrió.

Amaya se sentó en medio de los dos y subió los pies cruzando las piernas. Apoyó la cabeza en el respaldo del sofá sosteniendo uno de los cafés. El otro lo cogió Mya, que estaba en una posición similar solo que en un diván de una plaza.

  — Que alguien me responda— Taylor hablaba como si hubiera despertado hace un segundo— Sabéis que estamos aquí, a mil kilómetros de casa, para buscar a unas supuestas brujas que ni siquiera existirán, ¿verdad?

— Ahora tengo un poder sobrenatural de ver visiones y ser un presagio de la muerte— Isaac sonaba bastante convencido— Te digo que alguna bruja habrá debajo de alguna roca.

Nadie dijo nada después de sus palabras, cada uno se fue acomodando en su sitio y preparándose para caer en un profundo sueño. 

Llegaron las 01:13. Todos los artículos que estaban en la pared comenzaron a caer descontroladamente al suelo, como si un terremoto lo hubiera sacudido todo. Todos se despertaron del susto.

— ¿Qué pasa?— esta vez Taylor elevó mucho el volumen de su voz.

— Algo no demasiado bueno— Isaac miraba alrededor como un perro asustado— Id a esconderos por toda la casa. Cuanto más lejos de todas las entradas, mejor.

— ¿Y tú qué?— Nicolà se levantó rápidamente, obedeciendo.

— Estaré bien— lo dijo con un tono despectivo e ignorante.

Nicolà no apartó la mirada de él para ver si cambiaba de idea y le hablaba.

— Oye, sé que la he cagado y que me merezco esto, pero no es el mejor momento, que digamos— Nicolà se acercó a él.

— Oye, en serio, tienes que esconderte, no quiero que nadie te haga ni un rasguño— Isaac le miró, triste.

Nicolà le ofreció un abrazo y él lo aceptó. Después, se separaron y Nicolà fue a esconderse. Sin embargo, Isaac se quedó en la misma planta cerrando todas las ventanas y puertas. Ponía sillas en los pomos a parte de echar las cerraduras, y tapaba las ventanas con las cortinas.

  — Esto es un poco inútil— hablaba consigo mismo— Pero al menos me hace sentir mejor.

Comenzaron a golpear todas las puertas desde fuera. Se escuchaban gritos desesperados, algunos de voces conocidas y otras de desconocidas. Parecían zombies buscando un cerebro que comer.

— Ahora ya recuerdo por qué soy el cobarde del grupo— se acercó a una de las ventanas.

Intentaba ver qué pasaba con cuidado de no delatarse. Vio a una chica que le recordó a alguien. Brook. Era ella, idéntica pero deteriorada. Parecía una bestia parda con ganas de sangre. Tan pronto que Brook tocó la puerta, la arrancó y la tiró al mar. Mientras Isaac estaba tan pendiente de Brook, alguien rompió el cristal de la ventana y cogió la cabeza del chico sacándolo de allí bruscamente sosteniéndolo de la cabeza, imitando el movimiento de Brook y haciendo que desapareciese en la noche.

Comenzaron a entrar. Empezaban a romper todo lo que veían, miraban en cualquier agujero por si había alguien escondido, listos para destruir fuera lo que fuere.

Todos estaban en la planta de arriba. Mya estaba escondida en el baño, con la barra metálica que sostiene las cortinas dispuesta a darle a cualquiera que cruzase la puerta. Nicolà estaba entre dos paredes muy estrechas que había en una habitación y había dificultad en verlo. Taylor se encontraba agachada en una de las esquinas, era la más visible de todos, pero llevaba un jarrón pesado con el que le podía dar en la cabeza a cualquiera. Por último, Amaya estaba debajo de la escalera. Parecía una habitación secreta, y era muy útil.

Se escuchaban a todos subiendo lentamente, pero daban unos pasos muy fuertes. Empezaron a caer pequeños trozos de madera a la cara de Amaya. Habían muchas personas o cosas que subían a la vez, y daban unos pasos muy salvajes. La escalera se rompió y cayeron en el interior de la habitación secreta cuatro bestias. Hannah era una de ellas. Había una chica más, Sara, casi irreconocible. Jeremy estaba ahí también, y había otro chico que no pertenecía a la anterior generación de víctimas de Desconocido. Todos se echaron a por Amaya, matándola sin piedad, decorado de gritos y sangre.

 Algunas de las bestias consiguieron ir arriba. Mya estaba con la barra en la mano, escuchando pasos fuera. El móvil le brilló, estaba a punto de perder la batería. Lo sacó cuidadosamente, y tenía abierto el chat de Desconocido.

  — 113...— susurró.

La puerta fue, de nuevo, arrancada. Mya se asustó y le dio inmediatamente al que estaba detrás de ella. En el suelo estaba muerta Kate.

— Lo siento rubita— salió de la habitación con la barra ensangrentada en la mano y guardándose el móvil.

 Justo apareció alguien delante de ella, pero estaba de espaldas. Alzó la barra y le dio en la espalda y en la nuca, haciendo que se cayese. Seguía moviéndose, así que le dio repetidas veces, haciendo que toda la zona se llenase de sangre, hasta su cara. Muerto allí, estaba Jake.

— Vale, yo a estos los he visto antes— hablaba consigo misma— Aquí pasa algo muy chungo.

Taylor la escuchó y salió de la esquina que se encontraba unos pasos más hacia delante.

— ¿Qué cojones es eso?— miraba a Jake descompuesto y destrozado por la barra de Mya.

— Un muerto que ha vuelto a morir— Mya miró a Taylor llena de sangre— ¿Dónde está Isaac? ¿Y Amaya? Llama a Nicolà.

Taylor fue hacia un sitio pero luego quiso ir hacia el otro. No sabía que hacer primero, así que gritó el nombre de Nicolà. Este salió de la habitación unos segundos después. Ya estaban los tres reunidos en la planta de arriba de la cabaña.

— ¿Dónde están los demás?— Nicolà intercalaba la mirada entre las dos.

— No lo sabemos— Mya alzó la barra y se dispuso a ir bajando la escalera.

— ¡Espera!— Taylor gritó desde atrás— ¿No ves que está rota?

Mya se echó para atrás lentamente para que no se rompiese más.

— La adrenalina está afectándome al cerebro— bajó la barra— Ahí dentro hay unos cuantos más.

— ¿Y cómo les...— a Taylor le costaba decirlo— ¿Cómo les rompemos los sesos?

— Pues no tengo ni idea. Pero Isaac y Amaya tienen que estar por allí abajo, y puede que estén en peligro.

Mya volvió a alzar la barra y comenzó a bajar.

— Chicos...— Taylor interrumpió a Mya de nuevo.

— ¿Qué pasa?— Mya se giró.

— ¿Dónde está el muerto?— estaba mirando a donde debería estar Jake.

Inmediatamente, Mya giró la cabeza de nuevo a la escalera y estaba impecable. Miró su barra, y no tenía ni una gota de sangre. Todo estaba en orden.

— Nos estamos volviendo locos— Nicolà se puso las yemas de los dedos en la cabeza.

— ¡Isaac! ¡Amaya!— Mya tiró la barra al suelo y gritó descontroladamente los nombres de sus amigos, que no mostraban ningún interés en responder. 

Hi Friend 2: Las BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora