Breves

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El vacio y dos personas con la desesperanza viviendo en ellas, el tiempo, la soledad y el silencio como únicos lazos uniendo a dos extraños.

-que tal!. -dijo Beatriz sin mostrar emoción alguna, a decir verdad fue un saludo por impulso al notar que el tipo frente a ella no despegaba la vista de sus ojos.

Luego de unos segundos Luca bajo la mirada y no dijo absolutamente nada, estaba totalmente asombrado, nunca habia visto a esa mujer en el tren, nunca nadie había logrado en él lo que ella sin saber logro, atrapar su mirada, secuestrar su tiempo, su espacio y ser parte de su vacio.

-hola, disculpa si te molesto pero eres pariente de Fernando Alcacer. -habló Luca unos segundos después, fue lo único que se le ocurrio, no podia irse del tren si saber quien era esa mujer, simplemente no podía.

-te estas confundiendo de persona. -respondió Beatriz de manera cortante.

La vida es un misterio en su totalidad, las reacciones que nacen de las emociones son en cierta manera impulsos naturales que llevan esperando el momento correcto para vivir.

-que estúpido soy!. -murmuró Luca, mientras miraba el viejo techo oxidado del vagón y no entendía que le pasaba, tan solo bastaron unos segundos para que esa mujer logrará que él hiciera cosas que odiaba, observar ojos humanos, hablar con gente extraña, ella había roto el molde en el cual reposaba su tranquilidad, su fragilidad, el odiaba todo, pero por alguna razón aquella mujer no lograba tal efecto en él.

-Fernando ¿qué?. -pregunto Beatriz luego de unos minutos, quizá sea alguien que murió y yo le recuerde de alguna manera a esa persona pensó, sintió pena, todo lo veía mal, ahora todo lo veía muerte.

-Fernando Alcacer. -dijo Luca con voz temblorosa, cómo si por dentro llevará vivo un terremoto,

-mmm no, lo siento pero no, te habrás confundido. -respondió Beatriz de manera cortante una vez más.

Y nuevamente el silencio reino en esa caja de acero, dos personas llenas de dolor, de miedo, dos extraños asesiando el vacio; por un lado estaba él, una persona parca, con la rabia siempre en la piel, que odiaba casi todo, un hombre al que la rutina de su vida había desgastado en cuerpo y alma; un hombre que no esperaba nada de nadie, pero algo cambio en ese momento, algo inexplicable sucedio cuando su existencia fue encapsulada en esos ojos; algo pasó, él lo sabe, porqué durante ese pequeño instante fue feliz.
Un par de metros delante de él estaba ella, una mujer con la tristeza ahorcandole cada suspiro de vida, alguien a quien la muerte le había arrebatado el regalo de ser feliz eternamente, una persona cuyos sueños habían desaparecido, una mujer fragil ante la vida, con miedo a vivir, con miedo a recordar, una persona que moría cada segundo, y nada cambiaria eso, ahora solo esperaba que la muerte llegará a su lado, le de un beso en la mejilla y le tape los ojos.

Ocho de la mañana, el tren está a punto de llegar al paradero Rosales, Luca sabe que esta a punto de bajar, entiende que está a unos segundos de apartarse de esos ojos de luna llena, de esos ojos que sin ninguna duda están marcando un punto de inflexión en su rutina, en su vida.
Empieza a sudar, no sabe que hacer, los segundos cada vez más se alejan de sus manos, y con ellos ella, piensa que decir, que hacer, pero no es fácil, él no es así, él nunca ha sido así, no sabe como actuar, y entonces llega a su destino.

Gira la cabeza, ve partir el tren, ya no está, se fue, no pudo hacer nada, por un momento quizo correr, pero luego pensó que lo mejor fue no hablarle más, no preguntar más, no averiguar más, que haría luego, esa persona que broto de él realmente no era él, solo fue una alteración de su personalidad por respuesta a lo desconocido, solo eso, el seguía siendo oscuridad, aunque por un breve momento sintió la luna llena en su alma.

Se retiró de la estación, aceleró sus pasos, otro día de trabajo le esperaba, detestaba llegar tarde, ocho y treinta de la mañana, su rutina empieza nuevamente...

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⏰ Last updated: Dec 30, 2018 ⏰

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La Calma En Tus OjosWhere stories live. Discover now